Hacer una guardia en el centro de salud de Sant Antoni es enfrentarse al lado más oscuro del turismo que viene a la isla. Este fin de semana se han atendido ya varios casos por intoxicación de drogas y/o alcohol. Y solo estamos en mayo. El sistema de sanidad público se colapsa con turistas que no saben beber, ni comer ni tan siquiera tomar el sol. Lo dicen sanitarios de la isla que batallan cada día con este tipo de pacientes, que, tirados en la calle, son llevados al centro hospitalario más cercano para que reciban asistencia. Este año se ha reforzado el servicio con más personal, un sobreesfuerzo que el Servei de Salut de les Illes Balears realiza no solo por el aumento de la población al ser un lugar turístico, sino por el consumo excesivo de droga y alcohol en Eivissa. Da qué pensar cuánto dinero estamos dejando de destinar a construir mejores instalaciones educativas, deportivas o sanitarias por pagar las consecuencias de la borrachera de miles de turistas cada año. Si estos visitantes traen riqueza también traen miseria al usar mal los limitados recursos de la isla. Nadie les va a decir que se vayan a su casa, Eivissa es amable y receptora, pero la idea de venir a desfasar hasta acabar en Urgencias es absurda. Perder un día así en la isla es un pecado

capital.