Decía Jane Goodall, que «no se puede pasar un solo día sin tener un impacto en el mundo que nos rodea. Lo que hacemos marca la diferencia, y tenemos que decidir qué tipo de diferencia queremos hacer». Durante el debate electoral organizado por Prou!!! el pasado 2 de mayo, finalmente cada uno de los partidos se quitó la careta, y nos explicó el impacto que cada uno quiere llevar a cabo en nuestra isla.

La verdad es que no sorprendió a nadie que el PP dijera sin tapujos que aún se puede crecer en Ibiza «si las cosas se hacen bien». Ya sabemos cómo hacen las cosas de bien los populares: barra libre para todo el mundo y fuera límites, que el dinero manda.

Tampoco sorprendió que Vox dijera que «no importa hasta dónde se deba crecer». Desde luego, de tal palo tal astilla. No se podía esperar otra cosa de quienes quieren derogar el decreto de protección de la posidonia, que es el que nos ha de ayudar a mantener el pulmón de nuestras aguas.

PSOE se limitó a jugar a la ambigüedad de «crecimiento no, pero sobre todo si es desordenado», por lo que podemos entender que el crecimiento, si es ordenado, es bienvenido. Visto lo visto estos últimos cuatro años de Consell, orden, lo que se dice orden, no es que se haya visto mucho. Más bien guerras tribales a ver quién podía apuñalar con más estilo al socio de turno.

Otros, como EPIC o Proposta per Eivissa, en plena batalla absurda por demostrar quién tiene más de ocho apellidos ibicencos, sin rubor alguno también afirmaron que aún se puede seguir creciendo. Unos «no a cualquier precio», algo que suponemos que se referirá a que si el precio de la vivienda es alto, sería asumible, no vaya a ser que sean pobres los que quieran vivir, entonces no. Los otros, simplemente admitían crecer «pero no si es desmesurado», no especificando qué tipo de mesura manejan.

Lo que no esperaba nadie es que Podemos nos impresionara a todos afirmando que aún se puede crecer fuera de julio y agosto. En su línea de propuestas grouchomarxistas de «si no te gustan mis principios, tengo otros», y en aras de la transversalidad, se abrazaron a abandonar la idea del crecimiento cero, antes bandera propia de los morados, hoy recurso a evitar para capturar votos ajenos.

Y por fin la única respuesta coherente, dada por Arnau Mañas, candidato por Ara Eivissa al Consell Insular, cuya voluntad política fue clara: crecimiento cero, sin ambigüedades. Hemos tocado techo. Y tan segura está Ara Eivissa de que lo hemos alcanzado, que invitó al resto de partidos a llegar a un entendimiento, y someternos todos a lo que indique un estudio científico que calcule la capacidad de acogida de la isla, y tomar decisiones basadas en dicho estudio objetivo.

Al parecer no debió ser muy del agrado de los candidatos dicha propuesta, porque quisieron pasarla inadvertida. Demasiados intereses de los que se dejan vender por 100, por 10 o por un plato de lentejas si es necesario con tal de conseguir una silla en una institución.

Es hora de ser valientes y afrontar la realidad: no podemos seguir creciendo. Ni por infraestructuras, ni por recursos naturales. Algunos estamos tan seguros, que proponemos que sea un estudio objetivo el que lo demuestre.

Vivimos en un entorno demasiado frágil como para no tener cuidado de él y dejar todo en mano de los mercados y de quienes quieren sacar jugo de los mismos. La prueba definitiva de nuestra conciencia puede ser nuestra voluntad de sacrificar algo hoy para las generaciones futuras, cuyas palabras de agradecimiento lamentablemente no escucharemos. Pero el sacrificio no es tal. Es simplemente ser capaces de asumir que hemos tocado techo, y amainar nuestras ambiciones económicas. Como bien contestó Arnau Mañas a un señor del público, conocido por intentar amañar votos el pasado domingo: si para ganar más tenemos que aumentar el coste de lo que pagamos para vivir, no existe negocio alguno.

Realmente todo se reduce a esto: todas las vidas están interrelacionadas. Todos estamos atrapados en una misma red, «cosidos en una sola prenda del destino», que dijo Martin Luther King. Lo que afecta a uno, afecta a todos indirectamente. Seamos sensatos y pensemos en qué Ibiza estamos dejándole a nuestras hijas e hijos.