Los grandes enemigos son cambiantes y mutan con el tiempo. No desaparecen de la noche a la mañana pero son desplazados a un segundo plano por un enemigo mayor. Las prospecciones petrolíferas amenazaron a las Pitiusas durante algunos años. La sociedad civil y la instituciones se movilizaron entonces para evitar que el Mar Balear fuese territorio de las petroleras. Luego llegó la alarma por la Xylella fastidiosa que, en el peor de los escenarios, podría llegar a infestar todos los olivos y almendros de las islas. La única solución una vez que esta bacteria llega a la planta es eliminar el ejemplar. Una gran batalla se disputa en estos momentos contra los microplásticos. Estas pequeñas partículas invaden nuestros mares y llegan a las costas pitiusas. Para muestra, un dato: unos voluntarios recogieron hace unas semanas 700 palos de bastoncillos de oídos (y 350 colillas) solo en el 15 por ciento de la arena de Cala Saladeta. Las especies invasoras siguen acorralando a las autóctonas. Las serpientes, que han estado hibernando, comienzan ahora a despertar con el calor. Con el verano, llegan las anclas, que con un mal capitán pueden destruir la posidonia, si no lo hacen antes nuestras depuradoras y desaladoras. El ecosistema pitiuso se encuentra siempre en un complicado equilibrio.