Los que creen que las mujeres somos vasijas y les parece bien el tráfico de bebés. Los que confunden la Reconquista con los tercios de Flandes y defienden que podamos llevar armas. Los que consideran que las víctimas de violencia de género son víctimas de segunda y no merecen protección ni una ley especial ni que sus verdugos cumplan condena. Los que proponen que las inmigrantes den en adopción a sus bebés a cambio de papeles. Los que se llenan la boca hablando de igualdad pero luego en las islas ponen menos cabezas de lista mujeres que los de la Reconquista. Y los que consideran que trabajar por la igualdad es organizar talleres de mandalas. Los que nos vendieron la transparencia pero que luego han resultado tan opacos como los demás. Los que tienen el cuajo de hablar de listas «novedosas» cuando están cargadas de auténticos profesionales de la política que llevan enlazando cargos públicos y cobrando de todos nosotros desde las primeras legislaturas democráticas. Los que pretenden darnos lecciones a las mujeres sobre lo que es ser mujer. Los que quieren obligarnos a ser madres sí o sí. Los que nos presentan a tránsfugas como grandes tótems de la política insular. Los que se rasgan las vestiduras hablando de la gente, pero ni se despeinan trabajando por ella. Dos elecciones en puertas. Y soy una huérfana política.