Sin duda una de las palabras más sonadas del pasado 2018 fue microplástico, elegida palabra del año (Fundación BBVA, 2018) no ha pasado desapercibida para la mayoría ya que, por desgracia, es bien conocida por la población en general y, particularmente por aquellos residentes en las Illes Balears. Recientes estudios demuestran la presencia en aguas superficiales de las Illes Balears de más de 4 millones de partículas/km2, superando en más de un 30% los datos obtenidos en diferentes puntos de la geografía española (Ruiz-Orejón et al., 2018).

Hace apenas unos días surgían -nuevamente- alarmas referentes a este sustantivo, esta vez en aguas de las Islas Canarias (EFE-Verde, 2019), que evidencian una clara inoperancia administrativa a la hora de plantear soluciones, medidas normativas que puedan solucionar este gran problema que acecha y persigue no solo a las especies que habitan el medio marino, sino que inclusive, a aquellas que como la humana se encuentra conectada con el resto, a través de la cadena trófica. El problema no es solo de las administraciones, como es evidente a esa «inoperancia» se une el ritmo de vida que llevamos los seres humanos y que se encuentra vinculado, directa o indirectamente, a un uso abusivo de ciertos contaminantes. Todavía -por desgracia- escuchamos en pleno 2019 que «reciclar no sirve de nada», la negación del cambio climático o el calentamiento del planeta? lo que evidencia que algo no funciona.

La educación ambiental es un elemento esencial en la protección y conservación de nuestro planeta; mares y océanos son los artífices de que exista la gran biodiversidad existente pero, sin un uso sostenible de estos, los recursos que en ellos habitan caminan hacia la desaparición o bien hacía una extinción y ello, gracias al modelo que una única especie viene desarrollando e imponiendo, una especie que está considerada, o así se califica a sí misma, como la más inteligente... Como decía, educar y enseñar a los más pequeños sobre que prácticas ponen en peligro a las especies que habitan mares y océanos será fundamental para implantar modelos de protección sostenibles, eficientes y eficaces, a la vez que se puedan desarrollar -a través de herramientas tan poderosas como planificación y ordenación- modelos de utilización de los recursos naturales sin ponerlos en peligro, mediante un uso sostenible de los mismos.

Como vemos, no es una cuestión baladí pues resulta de una gran complejidad establecer los mecanismos que puedan dar lugar a la ejecución de los objetivos sostenibles que se vengan planteando, pero no se puede mirar hacia otro lado cuando los datos indican que la situación actual necesita una respuesta a corto y medio plazo, de nada sirve ser garante de la protección de la naturaleza a través de los medios de comunicación si no se aplican medidas contundentes y valientes que puedan frenar problemáticas; como venimos siendo testigos, los plásticos son un claro ejemplo -pero no el único-.

La incorporación de normas y leyes de protección del medio ambiente no servirá de nada si no existe una clara e inequívoca voluntad de ejecutar un cambio de modelo donde la sostenibilidad prime por encima de otras cuestiones, y se doten de los medios necesarios y eficaces, para adoptar y ejecutar políticas integrales que puedan poner freno a tan devastadora actividad contaminante, pues de otro modo, el futuro -a corto plazo- incluidos mares y océanos será difuso.

Un atisbo de esperanza se ha vislumbrado, con la aprobación y publicación de la Ley de cambio climático y transición energética en las Illes Balears, que ayudará a combatir los efectos del cambio climático, medida pionera y que nos sitúa a la altura de otros países comunitarios en la lucha contra el calentamiento global, medida que, además, impulsa un cambio de rumbo con relación a las políticas llevadas a cabo hasta la fecha y supondrá todo un revulsivo a tener en cuenta por otros territorios que, esperemos, se sumen a esta iniciativa. A ello, se unen las medidas que organizaciones y fundaciones por la conservación y protección de la naturaleza han iniciado ofreciendo medidas educativas ambientales para los más pequeños.