Desde el culebrón de Cas Serres o los retrasos en el pago de subvenciones a la parálisis en la tramitación del proyecto de es Gorg, los traspiés del departamento de Lydia Jurado rayan lo escandaloso. No han mejorado un ápice la vida de los más desfavorecidos en esta isla y nos abochornan a todos manteniendo en la fachada de la máxima institución insular ese monumento a la hipocresía y el cinismo político que representa hoy, después de la respuesta de la Mesa de Inclusión a la «avalancha» de 18 inmigrantes, la pancarta de 'Welcome refugees', pura obscenidad. Es una vergüenza que Eivissa no disponga de centro de acogida. Es incomprensible que tras una década de estudios, consells de alcaldes y acuerdos no haya siquiera una previsión para el comienzo de las obras. Es injustificable que el segundo convenio con Vila lleve seis meses atascado en el Consell. Es bochornoso que, pese a reconocer su urgencia, la consellera excuse la demora. Y es un insulto que la achaque a la burocracia, cuando es ella, como máxima responsable, quien tiene la obligación de agilizar el trabajo técnico en una emergencia social, y ésta lo es. Eivissa acabará la legislatura como empezó, sin recursos para los sin techo, pero en la avenida de España continuarán agitando sin pudor la pancarta de «bienvenidos». Sigan así y que la realidad no les estropee el discurso, nos creemos sus buenas intenciones. Sólo les falta ser lo bastante competentes para cumplirlas.