Hace un par de años la Guardia Civil me puso una multa por tener la ITV caducada. No sirvió de nada que les enseñara el papel del Consell en el que se leía que mi cita, para cinco meses después de la fecha tope, la había pedido tres semanas antes de que venciera. El descalabro económico no fue nada comparado con el día perdido en la ITV rezando por que alguien no se presentara a la inspección y pudieran hacerle un hueco a mi coche y la desesperante mañana en tráfico para recuperar los papeles de mi Golf. Un par de años después, todo sigue igual. O peor. Hay meses de espera, pero este verano descubrimos que no se puede pedir con meses de adelanto (para evitar multas, papeleos y riesgo de que el seguro no se haga cargo de un posible accidente) porque las agendas no están abiertas. Bonita manera de disimular la lista de espera de la conselleria de Marta Díaz. Cuando el Govern del PP hizo lo mismo con las sanitarias quienes ahora gobiernan pusieron el grito en el cielo. Ahora, además, resulta que no se estaban actualizando los datos de las inspecciones favorables. Un problemilla informático de nada que sólo afectaba a miles de vehículos. Una tontuna. ¿Que les ponen multas a los conductores? No importa. ¿Que no pueden vender sus coches? Pues que se fastidien. Empiezo a pensar que éste es el megaplan de (in)Movilidad de Pepa Marí para que usemos menos el coche. Aunque ella no lo sepa.