Un diario es (o debe ser) un espacio de confrontación de ideas y argumentos, abierto a todas las opiniones, donde podamos leer las que son afines a las nuestras pero, sobre todo, las que son distintas. Porque leer otros puntos de vista nos da más elementos de juicio y más perspectivas para el análisis, y a veces, incluso, cambiamos nuestra propia opinión o la matizamos. Además, la pluralidad de un diario permite a los ciudadanos ejercer su derecho a la libertad de expresión, a todos, a los que piensan como nosotros y a los que no. Dicho esto, conviene recordar que los artículos de opinión expresan la opinión únicamente de la persona que los firma, no del diario, que fija sus posiciones en los editoriales. Parece algo básico, pero la polémica desatada la semana pasada en Facebook por el artículo 'Los músicos y los espabilados', firmado por Xescu Prats, hace necesaria esta aclaración. El linchamiento que el autor ha sufrido en las redes sociales ha incluido insultos, descalificaciones y hasta amenazas, en un tono que denota una intolerancia y una intransigencia hacia las opiniones diferentes más que preocupante. Una de las muchas diferencias entre un diario y las redes sociales es que en el primero no caben los exabruptos ni el anonimato: se pueden formular las críticas más duras, pero siempre con educación, argumentos y dando la cara.