El gol es la esencia del fútbol, el elemento que determina el éxito del fracaso. Queda mucha temporada por delante, pero tras cinco partidos jugados en el grupo IV de la Segunda B la Unión Deportiva Ibiza está inmersa ahora mismo en un mar de dudas por culpa de que la dichosa pelotita no entra. Bien porque no se generan ocasiones o porque las que se crean no se materializan. Un tanto en 450 minutos disputados es el estigma que está provocando los primeros vaivenes en el conjunto entrenado por Ñoño Méndez, que empezó con brío con su victoria ante el Sevilla Atlético (0-1), pero que ha ido perdiendo fuelle con el paso de las jornadas. Cuando la entidad que preside Amadeo Salvo supo que jugaría en Segunda B faltaban pocas semanas para arrancar la Liga, lo que le obligó a variar, deprisa y corriendo, la planificación que estaba programada para militar en Tercera División y se tuvo que reestructurar la plantilla. Las prisas no son buenas ni en el fútbol ni en ningún ámbito de la vida. Esa premura les está pasando factura. Cuatro puntos de quince posibles es un escaso bagaje para el equipo ibicenco, que deberá empezar a sumar con más regularidad si quiere pelear por cotas mayores -como anunció su presidente- y no por no descender. Esperemos que la situación mejore para el bloque de Vila.