Mi madre es muy fan de Raphael, tanto es así que me sé las letras de decenas de canciones del artista de Linares: 'Mi gran noche', 'Como yo te amo', 'Estuve enamorado', 'En carne viva', 'Yo soy aquel', 'Qué sabe nadie', 'El tamborilero' o 'Ave María'. Mi padre era más de los Beatles y Led Zeppelin, pero no nos obligaba a oírlos. El caso es que una vez mi madre llegó a discutir en un concierto de Raphael con otros espectadores que no paraban de hablar durante la actuación. Encima, sólo se dedicaban a insultarlo. Mi madre les preguntó que para qué habían ido al concierto si no les gustaba y les pidió por favor que se callaran para poder disfrutar del espectáculo. La semana pasada tuvimos el privilegio en Ibiza de tener a Russian Red, una artista que este año no ha hecho gira por España y que vive en Los Ángeles casi retirada de la música. Centenares de personas acudieron a la cita en el Hotel Paradiso para escuchar en directo alguno de sus temas más conocidos como 'Cigarettes' o algunas versiones de su último trabajo como 'Take My Breath Away'. El volumen del sonido fue muy flojo, no sé si por la nueva normativa de ruidos, pero además la gente no paró de hablar durante toda la actuación. Sentí vergüenza del público incapaz de respetar al resto y a la propia artista. Mejor que se hubiesen quedado en casa.