Según la cosmovisión ibicenca una parroquia equivale a un pueblo. De hecho, todos los pueblos de Ibiza han crecido alrededor de una parroquia o viceversa. Así que la erección hoy de la iglesia de Can Bonet como parroquia de la Sagrada Familia supone la creación de un nuevo pueblo. Ser pueblo en realidad no tiene ninguna ventaja administrativa, pero llena el pecho de muchos vecinos de la zona, hartos de ser los barrios lejanos, olvidados y casi abandonados de Sant Antoni. Ahora habrá que ver cómo se llama al pueblo, porque el templo está en Can Bonet, pero da servicio espiritual a ses Païsses, que es el más conocido fuera de sus límites, Sol y Descanso y la parte más cercana de Benimussa, lo que sería la vénda des Bernats o una parte de ella. Da más o menos igual, lo importante es que al contrario que otros pueblos de la isla, este que, digamos, nace, tiene alrededor de 5.000 habitantes y casi ningún servicio. Son barrios apenas tocados por la mano municipal, en los que faltan aceras, una iluminación en condiciones, una señalización decente, transporte público, limpieza... Hace un mes el Ayuntamiento parcheó un par de calles y el montón de asfalto sobrante sigue ocupando dos sitios en el barrizal-aparcamiento público que está, precisamente, junto a la nueva parroquia. Sant Antoni tiene que ponerse las pilas.