Es evidente que Ibiza tiene un problema de movilidad: hay muchos coches para una isla tan pequeña, y hay zonas en las que el colapso es mayor y que se convierten en ocasionales ratoneras, como la ciudad de Ibiza, tanto en invierno como en verano. El Ayuntamiento ha presentado esta semana un plan de movilidad que incluye 48 medidas, con el objetivo de reducir a la mitad el volumen de tráfico de aquí al año 2025. Es loable el trabajo del Consistorio, sin duda, porque su preocupación por esta cuestión, también desde un punto de vista medioambiental, tiene además un efecto de sensibilización de la población. Sin embargo, en un territorio como Ibiza, marcado por su tamaño y su carácter insular, es necesario tener una visión global para abordar problemas que afectan a toda la isla, como el de la masificación de vehículos, pues de lo contrario el efecto puede ser simplemente trasladar de un lugar a otro la congestion de tráfico. La clave para mejorar la movilidad en la isla es mejorar sensiblemente el servicio de transporte público para que sea de verdad una alternativa para el desplazamiento de muchos ciudadanos. En la actualidad, las líneas regulares de autobuses de Ibiza distan mucho de ser esa alternativa, lo que agrava notablemente una realidad ya de por sí complicada: se trata de una isla con numerosos núcleos y viviendas diseminadas, donde muchos centros escolares están lejos de los núcleos de población, y en la que la mayoría de los habitantes necesitan el coche para poder hacer frente a sus obligaciones cotidianas: ir a trabajar, a la compra, a llevar y recoger a los niños del colegio o instituto, al médico... Y también para los momentos de ocio.

La falta de horarios y frecuencias adecuados de autobuses, así como de mejoras tecnológicas que ya se han incorporado en numerosos lugares de España (Palma, sin ir más lejos), como paneles informativos en las paradas que indiquen cuánto tiempo falta para que llegue el autobús, disuade a menudo de recurrir al transporte público para desplazarse en Ibiza.

Por otra parte, el fomento del transporte público debe estar ligado a la existencia de suficientes aparcamientos disuasorios en los que poder dejar el coche en lugar de entrar con él a la ciudad. Para que los ciudadanos se acostumbren a utilizar estos parkings de las afueras de Vila, es necesario que estén comunicados permanentemente con la ciudad de forma rápida y eficaz, mediante autobuses, porque no todo el mundo puede caminar durante largos trayectos.

Procurar que el desplazamiento en bicicleta sea más seguro y atractivo, y fomentar el alquiler de bicis (un proyecto fallido hasta ahora) es necesario, sin duda, en la senda de lo que han hecho muchas grandes ciudades, pero esta medida no va a reducir sustancialmente el tráfico de coches de Vila.

El plan de movilidad de Ibiza incluye la transformación del primer cinturón de ronda en una avenida urbana, un proyecto que lleva estancado desde hace 15 años y que es más que necesario para la ciudad, al igual que la apertura de la estación de autobuses del Cetis, que, cuando encaramos el último tramo de la legislatura, aún no tiene fecha después de años de retrasos.

Estos proyectos, al igual que la mejora del transporte público, dependen también de otra Administración, el Consell Insular, y de la financiación del Govern balear, escandalosamente insuficiente, por lo que sin su compromiso el plan de Vila quedará en papel mojado.