Los británicos no tienen balcón y sus gin-tonics saben a tónica, no a ginebra. Así explicaba en una entrevista a Diario de Mallorca el cónsul británico, Lloyd Millen, la oleada de precipitados este verano en Balears. Los excesos de alcohol y drogas han segado las vidas de muchos jóvenes británicos durante sus vacaciones en Sant Antoni y Magaluf. Son dos puntos calientes del turismo de borrachera en las islas al que las instituciones están tratando de poner coto. Este fin de semana dos jóvenes ingleses se precipitaron al vacío. Ambos habían consumido alcohol y/o drogas. Si bien ya no se tiran a las piscinas, práctica que acuñó el término 'balconing', ahora caen accidentalmente porque «no están acostumbrados a los balcones», según Millen. También puntualiza el cónsul que el alcohol es muy barato y hay muchos cajeros en las zonas turísticas para que no falte dinero en la noche de juerga. Por el momento, los 'todo incluido' se van a acabar, los bares del West End ya cierran antes y las bodegas lo harán a las doce. La línea de cambio ya está marcada en ambos países: campañas de prevención en el país emisor y un cambio en el modelo turístico del receptor. Aunque siempre nos quedará un plan B: poner unas buenas rejas a nuestros balcones o alojar a las posibles víctimas en la planta baja.