Nada más lejos de mi intención que herir sensibilidades. Vaya por delante esta premisa cuando toco el guirigay surrealista que se ha montado sobre los supuestos ríos baleares. Y digo supuestos porque es del todo absurdo que Medio Ambiente del Govern afirme que en las Baleares tenemos 91 ríos, con la peregrina argumentación de que son 'ríos temporales'. ¿Repasamos el diccionario de la RAE? «Río es una corriente de agua continua que desemboca en otro río, en un lago o en el mar». Y torrente «es un curso de agua irregular, discontinuo, más o menos seco». Si obviamos las definiciones y a los torrentes les llamamos ríos, España tendría miles de ríos. Y no los tiene. Y con tan estúpido criterio, si una cantera devora y hace desaparecer una montaña, será asimismo absurdo seguir llamando colina o 'puig' a lo que ya es terreno llano. Claro y corto: las correntías de agua temporales son torrentes. Y los cauces secos de Mallorca no son ríos como se nos dice ahora, son torrentes. Consecuentemente, el antiguo río de Santa Eulària, mal que nos pese, hoy, es también un torrente. Cosa distinta es -y en esto dice bien el Consistorio eulaliense- que la denominación que sigue viva, que nuestra memoria mantiene, que la toponimia recoge y da nombre al pueblo, vaya, como de hecho va, más allá de su mera nomenclatura.

En otras palabras, llamábamos río a un verdadero río porque la memoria colectiva nunca lo vio seco. Dicho esto, no podemos engañarnos, hoy ya no es río: le hemos chupado hasta la última gota y su antiguo lecho baja seco. Lo que no puede impedir, por supuesto, que el Plan Hidrológico Balear reconozca su singularidad histórica, cosa que podría hacerse con una mera mención testimonial. Y en todo caso, no es de recibo, como se hace, mirar hacia otro lado y confundirlo con los otros torrentes de las islas que no han sido nunca otra cosa que torrentes. Son ganas de fastidiar. Nada nuevo, por otra parte.