Esto se nos va de las manos, toda la isla es una fiesta. Da igual donde vayas, donde duermas, donde trabajes...la juerga te alcanzará estés donde estés. Si vives en un bloque de pisos, seguro que en verano más de la mitad estarán alquilados a ruidosos turistas que no te dejarán pegar ojo en toda la noche. Si resides en el campo, los inquilinos temporales de la casa de al lado te montarán jolgorios, previo pago de entrada que publicitan alegremente en internet. Si vas a la playa, el restaurante-beach club-discoteca de turno te taladrará los oídos durante todo el día. Si optas por pasear al atardecer por algún paseo marítimo, la música atronadora proveniente de los megayates te alcanzará. Si estás nadando, hasta tus oídos llegará el chunda chunda de los party boats. No hay escapatoria. Eivissa entera es un gran club, abierto las 24 horas del día para solaz de quienes nos visitan con una sola idea ´pocholiana´ en la cabeza: ¡Fiestaaaaa...! Da igual que por vivirla a tope algunos pierdan incluso la vida. Ellos vienen a divertirse, o a hacer como que se divierten, y a los currantes no nos queda otra que apechugar. No es de extrañar que los residentes contemos los días que nos quedan para coger el primer vuelo que salga y largarnos de este infierno veraniego. Pero ni en el aire hay paz. Fiesteros de todo pelaje siguen montando la mundial en el avión. Abróchense los cinturones: queda verano para rato.