Además de poner es Vedrà en la portada de uno de los discos más aburridos de la historia del pop, Mike Oldfield se convirtió en su estancia en Ibiza en una señal de alarma más sobre el acantilado de es Cubells. La primera había sido Ursula Andress, que salió por piernas de la isla después de que su casa en la zona se agrietara por completo y ya no pudiera acceder a ella más que trepando como las cabras, ya que se hundieron todos los caminos. Oldfield se deshizo de su casa en cuanto pudo, por la inestabilidad de la zona y porque descubrió, según declaró años después en una entrevista, que en Ibiza había invierno. Se largó primero a Mallorca y al ver que allí incluso nevaba, también vendió y se instaló en las Bahamas. Le colocó su mansión a Noel Gallagher, que también se deshizo de ella poco después al ver el percal, aunque su excusa fue más romántica: no podía vivir en un lugar en el que tenía como vecino a James Blunt. A quien sí le patinó la casa ladera abajo fue a Iván Helguera, y antes de entrar a vivir en ella, junto con el residencial Vista Alegre y varios chalés más de sa Caixota. Todo es una consecuencia del dejar hacer, del no hacer caso de las señales, del urbanismo depredador que mantuvo durante años el Ayuntamiento de Sant Josep, con el adalid del cemento José Serra a la cabeza. Y luego llegó la naturaleza, que no distingue entre especuladores y especulados, y puso orden.