La chapucera consulta del Ayuntamiento de Ibiza de cambiar el nombre del céntrico paseo de Vara de Rey, dedicado a un ibicenco, militar profesional fallecido en un heroico acto de servicio en la guerra de Cuba, por el barbarismo topónimo de Passeig de s´Alamera es motivo de innecesaria polémica al abrir un inútil debate y promover una arbitraria cuestión, donde no existía discusión alguna.

Como el objetivo de este texto no es entrar a desgranar las ideológicas motivaciones por las que el equipo de gobierno propone el cambio de nomenclatura, centraremos las presentes líneas en otra cuestión que merece atención.

El tema principal es la torticera y torpe forma de desvirtuar la democracia, enguanyando a la ciudadanía con consultas intrascendentales, en un torpe intento de hacernos creer que hemos ganado en participación ciudadana, en cuanto lo realmente importante, lo que afecta al día a día de la ciudadanía ni se plantea. ¿Alguien recuerda la consulta sobre el edificio en es Martell, sobre la reforma del paseo de Vara de Rey con dinero del Patrimonio, o sobre el albergue en sa Colomina? No. No interesa.

Tenemos tres cuestiones que regulan la posibilidad de consulta: por un lado el reglamento municipal de participación ciudadana, que en su artículo 30 indica: «el alcalde con el acuerdo previo por mayoría absoluta del pleno y autorización del Gobierno del Estado, podrá someter a consulta popular aquellos asuntos de competencia propia municipal y de carácter local que sean de especial relevancia para los intereses del vecindario con excepción a los relativos a la hacienda local». Por otro lado, deberíamos disponer este 2017 de una ley balear de consultas que promoviera la participación ciudadana.

Pero el principal factor que permite o deniega la posibilidad de que la ciudadanía se manifieste, es el sectarismo político y el retorcimiento de la democracia que efectúa PSOE-Guanyem, seleccionando ideológicamente las consultas en base a su interés. Para votar sobre el albergue, todo son pegas, no es no. En cambio para opinar sobre el paseo (ahora no están de moda los nombres de militares españoles), todo ventajas, y además, discrecionalmente, la pueden convertir en una consulta vinculante, así by the face.

Esta actitud que modifica a su antojo las reglas del juego sobre la marcha, que hace trampas, que es desleal con el electorado, es más propia de una república caribeña que de una monarquía parlamentaria del Mediterráneo occidental.

Que nadie se enguanye, esto no es democracia, es bananerismo puro y duro.