El curso escolar 2013-2014 difícilmente podía tener peor preámbulo y comienzo más conflictivo del que está viviendo en Balears. No existen precedentes de tanta convulsión en el ámbito educativo como la que se está viviendo estos días a cuenta del Tratamiento Integral de Lenguas (TIL) que el Govern está decidido a aplicar a toda costa este mismo curso.
Ni siquiera el periodo vacacional que marca el verano ha representado una tregua para la comunidad docente. Las movilizaciones, las asambleas y las protestas se han sucedido hasta desembocar en la convocatoria de un huelga indefinida del profesorado a partir de mañana lunes. Por otro lado, el Tribunal Superior de Justicia decidía suspender de forma cautelar la aplicación del decreto del TIL, al observar defectos de forma en la tramitación de la norma. El Govern, antes de acatar la resolución, reaccionó de inmediato aprobando, por vía de urgencia, un decreto-ley que impone el despliegue del trilingüismo en la forma en que estaba prevista. El diálogo anunciado por la consellera Camps y el secretario de Educación, Guillem Estarellas, se ha quedado en mera declaración de intenciones. No se ha plasmado en actuaciones ni compromisos prácticos. Mañana veremos cuál será el grado de seguimiento del paro y en qué condiciones comienza el curso escolar estrenado formalmente el pasado viernes, pero, tal como están las cosas, no queda resquicio para el optimismo. Exactamente al revés de como debería ser. Habrá que apelar por tanto, una vez más, al sentido de la responsabilidad de todas las partes para que la enseñanza oficial reglada en Balears tenga el sosiego, rigor y calidad que se merecen el alumnado, los padres y la dignidad a la que tiene derecho el cuerpo docente para poder desarrollar su profesión con normalidad. Están demasiadas cosas sustanciales en juego para que en este momento se pueda prescindir de estos instrumentos y comportamientos ineludibles. Debe protegerse por encima de todo el interés de los alumnos, que son los más vulnerables y pueden ser los grandes perjudicados de esta situación de conflicto
El problema no radica en la implantación de un tercer idioma como lengua vehicular en el sistema educativo, sino en la precipitación con que se quiere aplicar y en la metodología que el Govern impone para que castellano, inglés y catalán convivan en las escuelas de Balears, sin un profesorado debidamente preparado. El TIL es, potencialmente, un buen instrumento, pero muy mal utilizado. Incluso desde el PP se han levantado muchas voces que consideran inadecuado el calendario que ha previsto el Govern. El profesorado, y hasta la comunidad universitaria, se han cansado de repetir que aplicarlo sin la inmersión previa ni dejando espacio suficiente a los docentes para que puedan asumirlo a cualquier nivel, repercutirá de forma negativa sobre la calidad de la enseñanza. Esto es lo realmente preocupante, porque se trata de que los escolares acaben la enseñanza secundaria manejándose con soltura y eficacia en los tres idiomas en que recibirán clase, pero también con buen nivel de conocimientos en el resto de materias de humanidades y ciencias.
Algo muy grave está ocurriendo cuando la educación en Balears está siendo objeto de litigio y crispación en vez de fruto de un consenso y de sólidos fundamentos como sería de desear. El Govern Bauzá impone el TIL de manera precipitada y la oposición ya ha avanzado que, si llega a tener responsabilidades de gobierno, lo derogará de inmediato. Es lo mismo que decir que la inseguridad y la provisionalidad quedan instalados en el sistema educativo de las islas.
Hay que formular una llamada al sentido común para poder salir del atolladero actual y lograr, de una vez por todas, las bases de acuerdo necesarias para que el sistema educativo de Balears se adapte a la realidad social y pedagógica en la que está inmerso y se rija por postulados de consenso. La Historia enseña que establecer normas de convivencia basadas en imposiciones y en el trágala siempre tiene secuelas muy lamentables.