Opinión
El ibicenco Carlos Cardona y ´King Kong´
El 30 de junio de 1975, hará pronto 38 años, el Cine Club Eivissa, del que yo era entonces vicepresidente y programador, rindió un homenaje a Carlos Cardona, con la proyección del 'King Kong' original, de cuyo rodaje se cumplen ahora 80 años. Me unía una buena amistad con él desde que un año antes le conocí al visitarle en su chalet de Sant Rafel, y concertamos esa sesión de homenaje, a la que prometió asistir y presentar el film. Carlos Cardona era un ibicenco de Sant Rafel que emigró en los primeros años veinte a Estados Unidos, llegando a Hollywood a mediados de esa década. Intervino en el equipo de efectos especiales del 'Ben Hur' de 1926, de Fred Niblo, ideando un sistema para las escenas de las carreras de cuádrigas de mover los brazos de figurantes de cartón o de madera con una red de alambres.
Según me explicó en una conversación que luego publiqué como entrevista en Diario de Ibiza a finales de junio de 1975, en 1927 Cardona entró a formar parte del equipo de efectos especiales de la RKO. Y, como tal, en 1933 se vio inmerso en el rodaje de 'King Kong', una producción pensada por los directivos de la compañía para salir de un fuerte bache económico heredado de los tiempos de la Depresión. Era un proyecto de Cooper y Schoedsack para rodar una película que, con un coste mínimo, causara una gran sensación, y que se rodaría casi por completo en el laboratorio. Llamaron para ello a un genio de los efectos especiales como Willis O´Brien, quién contó con los integrantes del equipo de la casa, del que formaba parte Carlos, a quienes encargó unos esqueletos articulados de aluminio que pudieran adoptar todas las posiciones de un ser vertebrado. Debían cuidar con especial atención la cabeza y, en ella, especialmente las fauces con la dentadura completa. En total construyeron tres 'King Kong', todos ellos gemelos, aunque con características especiales para distintos momentos del rodaje. Su altura no rebasaba los cuarenta centímetros. Al final del rodaje se repartieron los esqueletos como souvenirs, y a Carlos le tocó el cuello y la cabeza del monstruo antediluviano, de unos 33 centímetros, que llevó a la presentación del film como invitado.
Cardona explicaba que, al principio de cada escena ordenada por Schoedsack y Cooper, se plantaba el muñeco en su posición inicial, para luego ir fotografiando los movimientos, imperceptibles, ya que al filmar se pasaban a la velocidad de veinticuatro imágenes por segundo. Así el equipo venía a realizar unos tres metros y medio de animación por día, de modo que el rodaje se efectuó en algo más de tres años, y costaría unos 75.000 dólares. Tan solo hubo unas pocas escenas de exteriores por las calles de Nueva York, ya que todas las escenas de animación se realizaron en laboratorio.
El trucaje principal, que se utilizó por primera vez en el cine, descubierto por Willis, fue el de las transparencias, que consistía en que varios proyectores proporcionaban varias imágenes sincronizadas a un tomavistas que las iba recogiendo en una sola escena. Algunas veces se proyectaban sobre cristales que tenían dibujos de plantas exóticas o vegetación que se englobaban después en la escena. Prácticamente en todas las escenas del film en las que salen muñecos y personajes se utilizaron las transparencias, sobre todo cuando Kong se escapa por las calles de Nueva York, y cuando arranca los soportes del metro elevador, y quedan los pedazos colgando, para ello se utilizaron tubos de plomo que se doblaban con facilidad.
Para las escenas en las que Kong coge a la heroína y la deposita en su mano, tuvieron que construir un brazo de hierro gigantesco recubierto de pelo, hueco por dentro, que estaba suspendido por una grúa enorme, y cortado por el antebrazo, desde donde asomaban los cables que movían los dedos al tirar de ellos. Carlos era quien los movía siguiendo las indicaciones del director.
Para las escenas en las que Kong trepa por el Empire State, se utilizó una foto del edificio de unos dos metros, de modo que cada cinco centímetros de la foto se colocaron, de arriba a abajo, unos clavos, en los que se enganchaban las manos y pies de Kong para trepar. Para el momento en que llega a la cumbre, se utilizó una maqueta del Empire State en la que se ató al gorila por los pies en el tejado de la maqueta. Luego hicieron desfilar las miniaturas de aviones, de unos 30 milímetros de longitud, suspendidos por hilos por encima de la maqueta.
Carlos Cardona destacaba dos anécdotas del rodaje. La primera es que tanto Willis (irlandés) como Cardona, los dos isleños del rodaje, eran amantes del boxeo y llamaron a un púgil amigo de ambos para preparar una escena de lucha, un uppercut (un directo de abajo hacia arriba) fuerte en la mandíbula del contrincante, a lo que después Cooper se opuso tajantemente, alegando que los gorilas se pelean agitando las manos por encima de la cabeza. Como ninguno quería dar su brazo a torcer, se quedó en que decidiría el público según su reacción en la preview, y los espectadores aplaudieron el uppercut, por lo que se dejó en el montaje final.
La segunda anécdota, privada, no se puede reproducir aunque teniendo en cuenta que Carlos era el encargado de tirar de los cables que movían los dedos de Kong cuando tenía a la heroína en su gigantesca mano, es fácil adivinar el movimiento que el pícaro Carlos le hizo hacer al dedo, al preparar una toma
Ese día de junio de 1975, Carlos disfrutó como un niño travieso en el escenario del Cine Cartago con las fuertes aclamaciones, exhibiendo a su criatura,y haciendo un breve resumen de la técnica de rodaje expuesta. Después volvió a su taller, en el que pululaban sus inventos, multitud de recuerdos de sus cuarenta y tantos años en los Estados Unidos. Tras fundar los Studios Cardona, con los que produjo dos cortos, y ante sus escasa aceptación, se retiró definitivamente del cine y se dedicó plenamente a la industria fotográfica, patentando múltiples inventos, entre ellos las minipantallas para proyectar películas en cada fila en los vuelos intercontinentales.
En la Segunda Guerra Mundial, Cooper, convertido en coronel, le llamó para labores de camuflaje, y la Navy le contrató para construir maquetas de todas las islas del Pacífico. Escribió un guión para un largometraje, titulado ´El Montserrat´, la historia de un barco mercante catalán, que, aun siendo neutral, es torpedado por un submarino alemán en una travesía por el Atlántico. A mí me dio diversas fotos y folletos.
Después de su muerte, su viuda americana puso en venta sus particulares recuerdos, inventos, etc., para reunir algún dinero con el que volver a su país, lo que dice mucho de su probablemente precaria situación económica en los últimos años de su vida.
- Esto es lo que cobra un piloto de avión en España: diferencias entre las aerolíneas
- ¿Por qué hay dos coches aparcados en la plaza del Parque?
- «En Ibiza los pisos vuelan, hay cola para comprar»
- Asesinó al hijo de un hotelero de Ibiza y ahora podría quedar en libertad
- Encontrar un piso de tres habitaciones a precio de mercado, el Santo Grial de la vivienda en Ibiza
- Este es el apelativo cariñoso de Abel Matutes en la agenda del móvil de su nieta Maria
- Un coche da varias vueltas de campana en la carretera a Platges de Comte e impacta contra un poste
- Los países europeos se enfrentan al caos de Ryanair: se cancelan 12 rutas a España