Próximamente se va a proceder a la sustitución de la plantilla actual de 22 controladores de la torre de control del aeropuerto de Ibiza, por 14 nuevos controladores, formados en cuatro meses. No poseen una imagen global del entorno aeronáutico (su preparación improvisada es a todas luces insuficiente) y su formación es específica para trabajar según los procedimientos de esta dependencia. Pasado este verano, no habrá ningún controlador aéreo en Ibiza con una experiencia superior a un año, por tanto la seguridad aérea se va a ver mermada.

¿En que se verá mermada la seguridad? Normalmente, lo controladores, cuando se incorporan a una dependencia reciben una instrucción que, una vez superada, les habilita para tomar decisiones en solitario; poco a poco se suceden situaciones que, con el paso de los años, te hacen adquirir conocimientos que te permiten trabajar seguro y tranquilo: se le llama experiencia. Suelen pasar cuatro años hasta que llega ese momento, mientras tanto son los compañeros más antiguos del entorno aeronáutico los que resuelven tus dudas; de ellos aprendes, es decir, nuestro trabajo es en equipo y eso hace que sea equilibrado y seguro. Si no tienes a nadie de quien aprender se rompe la cadena, es entonces cuando la experiencia se adquiere a palos. Ni que decir tiene lo peligrosos que son los palos en esta profesión.

Durante muchos años, en la torre de Ibiza los sueldos y los medios de trabajo eran escasos, provocando inestabilidad en la plantilla, ya que trabajar en otras dependencias resultaba mucho más atractivo. Cuando los sueldos se normalizaron y los medios de trabajo se adecuaron, comenzó a formarse una plantilla con garantías que ha afrontado los últimos años de tráfico y jornadas maratonianas sin rechistar y muy conscientes de que nuestro esfuerzo contribuía al bien de la isla.

En la época en que trabajaba en la torre logramos que AENA se plantease dotar a la dependencia de un servicio radar acorde a las necesidades: las pantallas estaban instaladas, se gastó un montón de dinero en instruir a toda la plantilla con instructores venidos en comisión de servicio, el proceso duró varios años. Obviamente era una mejora para la seguridad aérea en Ibiza, pero finalmente este servicio fue instalado en Palma Control, recortando la operatividad a Ibiza, por decisión de última hora que obedecía a oscuros intereses entre gestores funestos.

Ahora 22 familias se ha visto abocadas a cambiar de destino, dejando muchas cosas atrás. Se incorporan 14 controladores de los llamados low cost, pese a las múltiples denuncias que el cuerpo de controladores ha presentado, pero la campaña de acoso y derribo emprendida por AENA contra nuestro colectivo ha conseguido que dichas denuncias caigan en saco roto.

No puedo dejar de expresar mis temores e indignación ante esta maniobra de privatización que puede poner en jaque la seguridad de todos nosotros, la imagen tercermundista que, de caer en manos de periódicos sensacionalistas europeos, podría causar daños irreparables a la industria del turismo, que es la que nos da de comer. No quiero ni pensar que pudiera ocurrir alguna desgracia: aviones, accidentes y víctimas son primera plana en periódicos de todo el mundo; con el tiempo se olvida, pero el posible daño a personas queda para siempre.