La calle hace tiempo que da por supuesto que sobran empleados en el Consell de Ibiza. Sería una pena que la guerra entre PSOE y PP sobre cuál de los dos metió a más gente se quede en los improperios que se dedican y deje a los votantes con la misma sospecha. Los 800 empleados del Consell puede que sean necesarios, hasta imprescindibles, en cuyo caso la impresión general de que sobran sería injusta.

Un Consell democrático tiene el deber de aclarar el número de trabajadores que pagamos, el fin de cada puesto, el lugar donde se desarrolla y su horario laboral. Solo con esa claridad empezará a desaparecer, o a fundarse en cifras, la sensación de exceso que la gente tiene.

Abordar el tema como el PSOE, diciendo que el equipo de gobierno actual realiza una caza de brujas, es un modo de eludirlo que quizás ellos crean ingenioso. Se ve intención de confundir en lo que ese mismo partido hace al comparar en bruto las incorporaciones totales de personal de cada legislatura, porque eso depende de las competencias que se asumieran con ellas. Lo que interesa precisar son los puestos de nueva creación y su justificación, en el momento en que se crearon y ahora. No son brujas, es la sospecha de que la irresponsabilidad y el uso partidista del presupuesto para premiar a partidarios y amigos con puestos de funcionario condujo al desmadre en la contratación de personal. Y que esa cultura del despilfarro nos ha metido en gastos inasumibles.

Los grandes números escapan escapan al público general (a los economistas parece que también) pero estas cosas no: los números se entienden si quien los explica quiere que sean claros. Tarrés puede rehabilitar la imagen de derroche del Pacte y debe hacerlo como jefe de la oposición si es que puede; pero no hará sino reforzar las sospechas si en vez de explicaciones hace frases bonitas.

Según el presidente Serra, el Consell contrató personal ahora prescindible: debe esclarecer por qué y para qué eran antes necesarios, porque evidencias así refuerzan la impresión de abuso de poder para beneficio de los propios en perjuicio del bien común.

Si Serra y Tarrés concretan parecerá que nos tratan como adultos y disolverán muchos recelos que de lo contrario no harán sino crecer, ahora con base en sus propias palabras.

Se ha destapado estos días la caja de los truenos de lo que la calle da por supuesto y que no imagina, lo padece: la duplicidad de funciones entre ayuntamientos y Consell, que es cara, contraria a los intereses cívicos, esclaviza a los contribuyentes en un mar de papeles sin nada a cambio, retrasa sin sentido cualquier gestión y paraliza la economía real artificiosamente en el absurdo ir y venir de documentos entre instituciones de la misma pequeña isla. Las palabras del alcalde de Santa Eulalia han destapado un tabú para los políticos: la «sobredimensión», una evidencia que solo se empieza a reconocer.