La Ferula commnunis, la cañaeja de la Península, la fèrlera ibicenca, inunda de color amarillo con sus flores el borde de carreteras y caminos al llegar la primavera. Entre sus raíces, los boletaires, pasada la temporada del pebràs, buscan gírgoles de fèrlera, las setas de caña, sin caer en las historias que la humilde cañaeja oculta, tan ricas como su espléndida floración.

Prometeo, el astuto titán que gustaba de engañar a los dioses para favorecer a los humanos, se presentó en el Olimpo con una vara seca de férula y en ella escondió las semillas del fuego que robó a los dioses y devolvió a la tierra. Desde entonces pueden cocinar los hombres con su generoso regalo. El estafado Zeus se vengó de Prometeo, «el que piensa antes de actuar», aunque no supo prever su propia ruina; pero también descargó su venganza sobre la Humanidad beneficiada por el disfrute del fuego. Encargó modelar a la primera mujer, Pandora, y, bella y cubierta de joyas, la ofreció a Epimeteo, «el que piensa después de actuar», un gemelo de Prometeo que le había advertido contra los regalos de los dioses. Epimeteo no supo negarse y se casó con la bella Pandora. Prometeo había capturado y encerrado todos los males en una caja hasta que Pandora, llena de curiosidad, quitó la tapa que su marido le había prohibido abrir, dejándolos salir y esparcirse por la tierra.

Por supuesto, hay quien defiende que la aparición del machismo y la misoginia en la historia empiezan con esta mitología, pero así lo cuenta Hesíodo. La férula es rica también en memorias más cercanas y prácticas, pues se usó su caña hueca, pero consistente, para castigar a los muchachos en la escuela en aquellos tiempos en que los tutores tenían ´bajo la férula´ a sus alumnos; la conducta de algunos hace hoy que la añore más de uno. Es inconfundible la silueta de esta umbelífera tan abundante en la isla, con sus ramilletes abiertos en forma de parasol, umbella en latín, la forma que da nombre a esta familia de plantas que incluye culinarias tan habituales como perejil, culantro, hinojo, apio, comino o zanahoria; aunque también la cicuta. Y la Tapsia, muy parecida a la férula y abundante igualmente en Ibiza. Un ejemplar de Tapsia del Puig des Molins tuvo la suerte de quedar inmortalizado en los dibujos del botánico Nuñez y aparece en las ediciones del ´Dioscórides renovado´.

Los fríos retrasaron este año la salida de los lirios que acompañan ahora a la férula con el color morado de la liturgia del tiempo de Semana Santa. Juntos ofrecen uno de esos encantos naturales con que nos obsequia Ibiza, que no reclaman subvenciones y por fortuna aún no fueron víctimas de aficionados a conservar la naturaleza. Y juntos nos recuerdan la sabiduría del Evangelio: mirad las flores del campo, que no tejen ni hilan, pero ni Salomón en toda su gloria vistió como una de ellas.