La alegría con que alguno abusa del erario, además de estar entre las causas de la penuria de la Administración, avisa de que confunde su cargo con el país de Jauja. Según el exedil de Vivienda de Ibiza Marc Costa, las dietas que perciben cargos del Govern y el Estado por cumplir su tarea de traer inversiones públicas a la isla exigen un plus gastronómico. Mientras aceptamos con resignación la perspectiva de recortes en los gastos, desempleo y bajada del nivel de vida, Costa ve «razonable» agasajar a los cargos con comidas que costaban de 200 a 300 euros. Claro que con dinero de los recortes y cuando ya se restringía a Cáritas la comida de menesterosos que pasaban junto al concejal impasible camino del restaurante de lujo a agasajar altos cargos.

Normalizar la noción de estómagos agradecidos en la cosa pública evoca algo que se lee en el Gorgias: el hombre que no sabe frenarse en el lujo acaba llevando la vida de un ladrón. Cabe en el proyecto de muchos políticos considerar «razonables» gastos que dejan de serlo si hay que rascarse el bolsillo. ¿Cuántas comidas de 200 o 300 euros ha pagado Marc Costa con su dinero? Es chocante que Costa justifica los convites por lo cuantioso de las inversiones que traían los cargos, pero si el festín ha de ser proporcional a la inversión, disculparemos cualquier exceso por desmedido que sea.

En la legislatura anterior soportamos noticias del despilfarro y corrupción de los gobiernos del PP ventiladas por los que querían escandalizarnos con los actos incalificables de sus adversarios políticos, pero la impresión que dejó el Pacte, auxiliado al minuto por actuaciones fiscales y judiciales acordes e insólitas hasta exhibir en la picota a los presuntos antes de juzgarlos, tuvo el efecto de convencer a la gente de que no solo había corrupción en el PP sino que la había también en el modo de denunciarla y explotarla. Para sorpresa de los que airearon la basura, las urnas descalificaron a Pacte, fiscales y jueces. Y un repentino fin de la exhibición fiscal y judicial siguió al triunfo electoral del partido perseguido. Porque hubo un partido perseguido.

La basura la lanzan hoy los que antes la recibían, pero vistos los antecedentes nos han hecho lícito sospechar que su intención pueda ser también aviesa, lo que llama al refrán chino: «El que busca la venganza debe cavar dos fosas». Por el bien común es de desear que en Baleares no sean tres las fosas y podamos excluir la debida al aparato judicial que permitió que la intervención de la justicia tornara a la tribu con la pública y vergonzante exposición de los detenidos y la publicación de detalles de los procesos más propia del ´Hola´ que de un sumario.

Y ya que pagamos el lector y yo, Costa debía detallarnos el menú de los 300 euros, porque como él dice, «total por cuatro comidas que se hagan».