La Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (Felgtb) se manifestó ante la sede del PP en Mallorca para que retire el recurso de inconstitucionalidad contra el matrimonio homosexual, porque cuestiona la dignidad y la igualdad de los gays.

Está bien que el lobby gay se manifieste, y también que deje manifestarse a quien esté en desacuerdo, sin mandarlo al psiquiatra como fóbico. La Felgtb pide el matrimonio para cuatro tipos de sexo, pero en Australia la Comisión de Derechos Humanos lo pide para todos estos: transgender, trans, transsexual, intersex, androgynous, agender, cross dresser, drag king, drag queen, genderfluid, genderqueer, intergender, neutrois, pansexual, pan-gendered, third gender, third sex, sistergirl y brotherboy. Nadie me explica que es neutrois, pero aclaran los proponentes que no piden el matrimonio con objetos, la última frontera que sí cruzó la que se casó con el muro de Berlín y denunció al Estado alemán por matar a su marido. Quién iba a decir que algunas cosas que veíamos en Ibiza eran matrimonios.

La ideología de género decía que la identidad propia es el sentir que uno tiene de ser hombre o mujer, pero ya hay tantos sexos, mutables e intercambiables, que el sexo queda diluido: no está circunscrito ni definido, lo de hombre y mujer es una construcción social que ni consta cara al matrimonio. Ese magma de sexos es la igualdad absoluta, el objetivo final que exige el lobby gay: no ser iguales en derechos a los heterosexuales, que ya lo son, sino que los heterosexuales no sean distintos a los gay, que eso es desigual y discriminatorio. Como argumento para callar la disidencia, la Felgtb descalifica («sectores más retrógrados» que «discriminan a una minoría»). Pero lo que es distinto no es igual, lo evidente no requiere demostración y la relación heterosexual es diferente de la homosexual: su argumento solo tiene base lógica si el sexo pierde su entidad, si no hay diferentes sexos, el ideal de la ideología de género. Lo que comenzó como respeto a la minoría homosexual acaba en exigencia de que la mayoría heterosexual renuncie a su identidad sexual para que la minoría no se sienta discriminada. No hay que engañarse: el lobby gay no trata solo de que se le respete en la plaza pública. Trata de marginalizar, intimidar y al final silenciar a quien se atreva a oponerse a sus puntos de vista. No son precisamente las maneras que se suponen propias de las sociedades libres. En Canadá el contenido de este artículo constituiría delito: es ´lenguaje de odio´ lo que contraría al lobby. El Reino Unido cerró todas las agencias católicas de adopción de niños minusválidos: es ilegal no entregarlos a homosexuales o a matrimonios no dispuestos a enseñarles las excelencias de la homosexualidad. Un obispo colombiano hacía la maleta para ingresar en prisión cuando le llegó el indulto: su delito, prohibir a los homosexuales ingresar en el seminario. En Estados Unidos los jueces puentean la voluntad popular expresada repetidamente en las urnas. Quienes pedían tolerancia no toleran y persiguen medidas que apuntan a una dirección totalitaria de la sociedad. Es hora de que los homosexuales que crean que los otros también tienen dignidad y derecho a pensar y ser diferentes, lo defiendan con la fuerza de quienes hicieron que ellos dejaran de ser injustamente tratados.