Con hiyab y largas túnicas, un grupo de mujeres árabes aparece en la foto de Diario de Ibiza cuando el servicio oficial de salud de la isla les instruye sobre anticoncepción. La integración de la mujer árabe incluye esta charla en su curso de alfabetización. Subraya la periodista que se les recomienda no recurrir a los metodos naturales porque no son seguros, «hay un 40% de embarazos» y además no protegen de las enfermedades de transmisión sexual (ETS). Un médico japonés llamado Ogino ideó en los años 20 del siglo pasado el método anticonceptivo que lleva su nombre, basado en los conocimientos de la época y en el cálculo probabilístico de los días de fertilidad de la mujer: exigía largos periodos de abstinencia y daba los escasos resultados que refleja la periodista. De los fallos de aquellos cálculos nacieron muchos que dieron en conocerse como ´los hijos de Ogino´. Desde aquel japonés ha llovido mucho, la fisiología femenina es un campo conocido y el método Ogino fue sustituido por otros eficaces, basados en los síntomas con los que el cuerpo de la mujer anuncia su fase fértil y el tiempo que sobrevive un óvulo y un espermatozoide. «Sin embargo, es en nuestra sociedad avanzada y tecnócrata donde su aceptación es difícil y hasta denostada. Las razones han sido complejas: por un lado la sociedad del bienestar se confunde con la no necesidad de autocontrol y la dificultad para aceptar la abstinencia; existen razones económicas, casas comerciales que bombardean con caros métodos anticonceptivos; las campañas sanitarias oficiales de lucha contra ETS que incitan al uso habitual y temprano del preservativo; el desconocimiento prácticamente generalizado de los métodos naturales de planificación por parte del personal sanitario, y en especial de los ginecólogos y ginecólogas; la confusión entre los diferentes métodos naturales y la falta de rigor científico a la hora de evaluar su eficacia». Así dice el protocolo de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, explicado en su web. La base de los métodos naturales está en la detección de la fase fértil de la mujer, por lo que también se usan para buscar un embarazo. Supone una pérdida para la instrucción que los datos que hacen posible a una persona el conocimiento y control de su propia fertilidad no se enseñen en Ibiza en la escuela y la educación sexual que en ella recibe nuestra prole se limite al uso de métodos artificiales y preservativos. Un alto porcentaje de escolares ibicencos se quedaría en blanco ante la pregunta de cuánto tiempo sobrevive un espermatozoide en el medio vaginal, aunque el dato pueda ser tan importante en sus futuras relaciones. Hay una general ignorancia entre las mujeres sobre sus síntomas de fertilidad, que las pone en manos de terceros en asunto tan íntimo durante toda su vida fértil. Françoise Soler, que también pasó por Ibiza hace años, fundó Acodiplan en su impagable labor de divulgación de los métodos naturales en España y su huella permanece en múltiples centros de la península. En un vídeo de la Universidad de Oxford unas mujeres dicen su motivo para elegirlos: el dominio de su propia fertilidad, razones médicas que desaconsejan las hormonas, razones religiosas, hasta un sentido ecologista aplicado al conocimiento y control del propio organismo. La medicalización de todas las facetas de la vida no les apoya. Queremos pastillas para dejar de fumar, para dejar de beber, para dejar de comer, o para dejar de tener ovulación y exigimos al médico la pastilla que sustituya el papel que antes hacía nuestra voluntad.