El argumento de que las religiones han sido causa de las mayores matanzas en la historia de la Humanidad es socorrido y muy usado por los que pretenden acabar con la religión organizada. Pero no es verdad: han sido precisamente los Estados declaradamente ateos quienes provocaron las mayores matanzas, y la historia reciente de los totalitarismos ateos del siglo XX lo demuestra con cifras más que elocuentes. Que hay muchos dispuestos a utilizar para sus propios fines cualquier institución, incluidas las religiosas, es un hecho histórico indiscutible, y las seguirán utilizando en el futuro en lo que puedan, pero también han utilizado todas las demás instituciones humanas y no por ello se deduce que éstas tengan una maldad intrínseca que las haga indignas de seguir activas o que sean inútiles o perjudiciales para la sociedad.

Si volvemos a donde comenzamos, el aborto, cualquiera puede observar que se utiliza una institución técnicamente a la última para matar más de lo que mataron las guerras de religión y es probable que se superen ya las cifras de muertes de las dictaduras ateas. La Sanidad es la institución utilizada ahora, mientras las instituciones legislativas se utilizan para justificar la matanza y el Ejecutivo para iniciar el proceso, pero nadie en su sano juicio pretende la desaparición de esas instituciones que han servido y sirven a las sociedades para sobrevivir como tales. El que la Iglesia sea la institución más vieja en activo, contribuye decisivamente a que sea más fácil buscarle utilizaciones de todo tipo, ya que lleva más tiempo que ninguna institución siendo objeto de aprovechamiento por seres humanos para bien y para mal. Las instituciones son entes, son los humanos los que las conforman, las mantienen o las utilizan y ponen su mala o buena fe en ellas. La contradicción que encierra la utilización de instituciones hospitalarias y legislativas para matar y justificarlo no es menor que la contradicción de utilizar a la religión para hacer matar cuando, en el mismo edificio hospitalario, se lucha por salvar la vida de niños de unos pocos gramos de peso en la cuarta planta mientras se arranca la cabeza a otros sanos y de mayor peso en la quinta. Que los mismos medios humanos y materiales se utilicen para asuntos tan opuestos es una contradicción que refleja con nitidez la apoteosis de una técnica sin cortapisas morales. Esto desean algunos para nuestro futuro. Su base está en la idea general del relativismo, la negación de todos los absolutos, la disolución de normas y valores, conducente a socavar totalmente la idea de la verdad en un pragmatismo elevado a guía única. La voluntad reemplaza a la razón como criterio de la verdad y mantienen que toda verdad es relativa antes que escuchar argumentos que sugieren que no es así. Cada día es más evidente que la voz de la Iglesia se queda sola en la defensa de la vida de esos fetos, que esa voz no basta para parar la matanza y que a muchos molesta oírla y manifiestan su deseo de callarla definitivamente.

Hay profetas que hacen ya proyecciones estadísticas sobre la desaparición de la religión en pocas generaciones, lo que además de no ser original indica ignorancia de la Historia. Que no miran atrás para ver hacia delante. Por ahora lo que se ve es la introducción en los países occidentales de religiones que les eran ajenas y de múltiples idolatrías que vienen a sustituir, a llenar el hueco, reproduciendo a su modo en la sociedad humana la respuesta al horror vacuum propia de la materia.