Opinión

Prometo prometer (Rita VALLÈS i SERRA)

El nuevo hospital ibicenco será fastuoso y cubrirá ampliamente todas las necesidades actuales y futuras de los usuarios. Eso ha dicho el conseller balear de Salud y yo no lo dudo. Lo único que me mosquea es que han presentado a bombo y platillo el proyecto del nuevo centro sin saber a ciencia cierta cuándo empezarán las obras y mucho menos cuándo terminarán. Por no tener, aún no tienen ni el terreno, pero están en ello. Estoy convencida de que el futuro hospital será magnífico pero me suena un poco a burla que lo anuncien justo poco antes de elecciones y cuando arrecian las denuncias por saturación en nuestro entrañable hospital de Can Misses.

Es un poco como decirles a los pacientes que estos días han tenido que pasar jornadas olvidados en los pasillos cual ficus de plástico que, si tienen suerte y sobreviven, en algún momento sin determinar de este siglo van a disponer de un centro con habitaciones individuales, modernos quirófanos, más especialistas y muchas más camas. Es un consuelo, pero reconozcámoslo, peca de virtual. Tal vez los partidos que se han alternado en el gobierno de esta nuestra comunidad deberían haber previsto la situación actual y no limitarse a poner palos a las ruedas de la gestión contraria.

Lo cierto es que si la planificación fuera una asignatura, nuestros gobernantes suspenderían más que los estudiantes de la ESO. Ahí tenemos el ejemplo de Sant Josep, cuyo gobierno ha reservado un coqueto solar para construir viviendas de protección oficial que cumpliría todos los requisitos si no fuera por un pequeño detalle sin importancia: una promotora ya está edificando en el terreno pisos de venta libre. Impresionante. «Es cierto -ha reconocido el cariacontecido concejal de Urbanismo josepí- pero es que se ha iniciado la obra una vez que la planificación ya estaba dibujada». ¡Pobre Calimero!

Yo creo que esto les pasa a los políticos no por ineptos, sino porque son de buena pasta. Ahí tienen, por ejemplo a Pere Casetes prometiendo a diestro y siniestro cosas como si fuera candidato a presidente del Gobierno y no a senador. Que alguien le explique para qué sirve el Senado (y de paso, que me lo aclare también a mí). O a Enrique Fajarnés, candidato a diputado, contándonos cómo va a conseguir más inversiones para las Pitiüses. Muy fácil, si gana el PP, como el ex eléctrico Pizarro tiene por lo visto una casa en Cala Tarida, pues Fajarnés tiene pensado llamar a su puerta en plan `truco o trato´ y esperar a que haya suerte. ¡Toma macroeconomía!

He decidido tomarme la campaña electoral como Miquel Ramon, que debe tener tan poco trabajo como conseller de Urbanismo que le sobra tiempo para reírse de los concejales del PP, a los que sus gracias no les han hecho ni puñetera ídem. Aunque para sentido del humor el del conseller, que aún confía en que alguien vote a Llamazares. Me parto.

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