Opinión
Vila tiene un problema (Rafael VARGAS)
Se le acabó el espacio al Ayuntamiento de Eivissa y quiere que el vecino, Santa Eulalia, ceda terreno para los servicios que no previeron, entusiasmados en hacer tanto edificio. Uno se pregunta dónde ha ido a parar el porcentaje de suelo que debe cederse al Ayuntamiento en cada construcción, y cómo no han previsto en ese suelo los servicios a los que se supone destinado. Pero ya es tarde, dicen, y el vecino debe llevarse a su casa nada menos que los excrementos de Vila.
El conseller Miquel Ramón dora la píldora: «Servirá para que los residentes en toda la zona de Puig d´en Valls o Jesús dispongan de un servicio de calidad», con «una inversión de 20 millones de euros, que permite reducir los problemas de olores». Pero los beneficiados no se creen el argumento de los millones: costaron mucho esas depuradoras tan aromáticas que tenemos por toda la isla; y eso de reducir los olores ya huele. Los vecinos agrupados en la asociación s´Atzavara prefieren seguir como están, rechazan ingratos el «servicio de calidad»: se plantean con toda lógica, siguiendo el razonamiento y el ejemplo que pone el conseller Ramón, por qué esa depuradora millonaria que «emulará las instalaciones cercanas al Fòrum de Barcelona, ubicadas en una zona urbana y que no implican ningún problema», no la pone también el Ayuntamiento de Vila en su propia zona urbana.
Al alcalde de los vecinos amenazados por la pestilencia, además de compartir sus cuitas, se le ocurre una idea, rara entre políticos porque toca lo establecido: pone en solfa la manoseada capitalidad de Vila, y aprovecho el momento de empezar a hablar de eso. Tienen los habitantes del resto de la isla la penosa obligación de favorecer y costear esa capitalidad: todos los servicios comunes, hospitales, juzgados, conselleries, comisaría, tráfico, Universidad, delegaciones de toda clase, etc., etc., nos obligan a repetir visitas a Vila, y cada vez perder horas buscando aparcamiento y pagarlo como un lujo, ser multados si nuestra gestión supera el tiempo máximo de aparcamiento arbitrariamente establecido, o abandonar la reunión a medias. Y soportar el tráfico de Vila, que mete los coches de toda la isla en ese espacio mínimo en su afán de acumular todos los servicios generales (todos, con excepciones: las depuradoras).
Ahora va el alcalde de Santa Eulalia y tiene ideas: ¿por qué en lugar de depuradoras no le mandan otros servicios y así descarga a Vila de tanto sacrificio? Propongo empezar ofreciendo a Santa Eulalia la solución de un eterno problema: la ubicación de los juzgados. Seguro que el alcalde encuentra enseguida un sitio adecuado; algunos despachos de abogados se irían a ese municipio; papelerías, bares y restaurantes ganarían actividad, y sobre todo los ciudadanos acudiríamos a abogados y jueces con otro humor (todavía es posible aparcar en Santa Eulalia). Vila se descongestionaría, sus habitantes respirarían mejor, disminuirían ruido y malos humos, y perdería el feo papel de víctima: a repartir, señores, que ustedes ya no caben.
Es un primer paso, y si Santa Eulalia acaba siendo la capital judicial de la isla, San Antonio y San José, y por qué no, San Juan, podrían serlo de otros servicios.
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