Opinión

Los debates (Fermín BOCOS)

Tras treinta años de democracia, parece que nuestros políticos y sus asesores han descubierto los debates. Socialistas y populares (Blanco y García Escudero) han tardado semanas en pactar el formato del debate cumbre de la campaña electoral. ¡Hasta la forma y disposición de la mesa a la que se sentarán Zapatero y Rajoy ha sido origen de sesudas intervenciones! Por no hablar del patético espectáculo montado alrededor de los moderadores.

En ese registro es donde unos y otros se han retratado. Para que nos vamos a engañar: los jefes políticos prefieren rodearse de colaboradores sumisos y, por extensión, de periodistas bizcochables. Nada de preguntas embarazosas, nada de repreguntas impertinentes. Unos más que otros, pero todos los dirigentes políticos tienden a confundir la afinidad ideológica con la adscripción partidista. Tienden a ver a los periodistas como enemigos, no como observadores de sus conductas políticas. Por eso -desde el poder y desde la oposición- acostumbran a establecer terminales en los medios para asegurar que la propaganda política circule como si fuera información. Ven a los medios -y a los periodistas- como instrumentos para preservar o alcanzar el poder; no como el contrapeso del que se ha dotado la sociedad para compensar los excesos y abusos de poder de los poderosos.

Esa concepción extravagante del periodismo es la que explica el porqué de la bizantina discusión de Blanco y García Escudero a propósito de la personalidad de los moderadores de los debates. Son demasiados los periodistas que han entrado en el juego de los partidos y por eso los políticos son tan irrespetuosos con los profesionales de un oficio que si no existiera, tengo para mí que habría que inventarlo por su probada contribución a la buena salud de las sociedades democráticas.

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