Opinión

Tabúes rotos (Albert CANO)

Una de las características que quedarán de esta campaña, independientemente de su vencedor, es la ruptura de tabúes políticamente correctos. El más notorio ha sido el de que no puede hablarse de la inmigración, por temor a «dañar la cohesión social».

El contrato para la integración de inmigrantes de Rajoy, pese a su demagogia, ha golpeado en una de las preocupaciones de los sectores de clase media-baja (potenciales votantes socialistas). El PSOE y sus coros saltaron a la yugular del PP... pero un sondeo de El País (poco pepero, aún) revelaba que la mayoría apoyaba a Rajoy.

Y es que sólo hay que poner la oreja ante lo que pasa en la calle. Por ejemplo, lo ocurrido en Cataluña esta semana. Por un lado, huelga de médicos de asistencia primaria (desbordados por una demanda incrementada con un millón de inmigrantes en 10 años). Por el otro, protesta de los maestros, en un contexto de deterioro académico... y donde algunos estudios resaltan la presión inmigratoria como factor que retrasa el ritmo de aprendizaje en ciertas escuelas. Por no citar las quejas por trato de favor en la concesión de ayudas a los extranjeros: las autoridades replican que son bulos; quizá es verdad, pero la percepción es la contraria.

Ante esto (y aquí viene la ruptura de otro tabú), Rajoy no se arredró tras las críticas de los artistas habituales (muchos, cerca de los 60 años -conviene un reciclaje de apoyos, ZP-). Y es que es guay ser progre como los de abajo, si vives bien como los de arriba.

Es posible que ante la adscripción al centro-izquierda de la mayoría, a que la crisis no se ha cebado aún en las clases medias y a que ZP da bien en TV, el PP no se lleve el gato el agua. Pero el populismo inmigratorio ha llegado y los popes de la izquierda clásica ya no tendrán la exclusiva de señalar lo bueno y lo malo.

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