Opinión

El PP juega con fuego (Pedro CALVO HERNANDO)

Mariano Rajoy y la cúpula de su partido están jugando muy fuerte, cada vez más, la carta de la derecha más dura de Europa en materias tan delicadas como la inmigración y la seguridad ciudadana, como predican sus últimos anuncios electorales rayanos con la xenofobia (extremo endurecimiento con los inmigrantes) y con la violación de todas las Cartas de los Derechos Humanos y de los Niños (rebaja de la edad penal a los 12 años para los delitos más graves). De pronto, parece que han caído en la cuenta de que eso es lo que les puede dar más votos y no la economía, el ácido bórico, las tortillas y los perritos calientes o los cachitos de la España Rota. Están jugando aquella carta demasiado fuerte, sin pensar seriamente que a lo mejor a la mayoría de españoles no les van esas recetas de intenso aroma ultraderechista, pues es sabido que nuestros compatriotas se inclinan más hacia el lado progresista y moderno en esas y en muchas otras materias. Lo que yo creo es que en la cúpula del PP no tienen las ideas claras ni sobre lo que ellos quieren ni sobre lo que quiere la mayoría de los españoles.

España no es un país de derechas, pero mucho menos de extrema derecha, como todo el mundo sabe, y la única posibilidad siempre del PP es que ocurra lo de las generales de 2000, cuando muchos votantes de izquierda se abstuvieron y regalaron el triunfo a la derecha de José María Aznar. Esos votantes escarmentaron y en 2004 ya no cometieron aquel error, como tampoco lo cometerán previsiblemente el 9 de marzo y menos tras conocer las propuestas ultras y `neocon´ del PP. El Partido Popular está jugando con fuego si confía en que una mayoría va a dejarse convencer por los mensajes rayanos en la xenofobia y el lepenismo. Lo que previsiblemente conseguirán es todo lo contrario: la movilización del electorado socialista y de izquierdas. Una victoria del PP en estas condiciones significaría que sus mensajes habrían hecho mella en el electorado y se abriría una etapa triste e imprevisible en este país, una etapa de desaceleración democrática y de desesperanza para las clases más desfavorecidas.

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