Opinión

Lo que no se debe hacer (María José LÓPEZ YESTE / Sant Antoni)

Este pasado sábado estuve en el concierto del artista gaditano El Barrio. Antes de que ningún fan se moleste diré que el artista estuvo genial y «entregó todo su duende», como señalaba el artículo de este diario.

Pero reconocer la valía del cantautor no exonera a la organización del evento de ser una completa chapucera. Lo digo, y con esto estarán de acuerdo muchas de las 3.500 personas que asistieron al concierto, por el calvario que padecimos en aquella macrosauna en que se convirtió la carpa, la cual no era lo suficiente grande para darnos cobijo a todos los que éramos, carecía de ventilación y estaba provista de una diminuta puerta por la que apenas entraba algo de aire fresco, que a su vez estaba taponada por todas las personas que no podían acceder a la carpa pero habían pagado su entrada y querían ver el concierto.

Con todo lo relatado, no habían transcurrido ni 45 minutos de concierto cuando el techo y las paredes empezaron a chorrear agua, llegando al punto de que parecía casi que llovía. Conseguir algo de beber se convirtió en una aventura todavía más peligrosa, porque la mayoría de la gente asfixiada de calor se apelotonó al fondo de la carpa, donde estaba instalada la barra, algunas personas empezaron a salir mareadas de la marea humana que se había formado, el personal de seguridad no daba abasto a controlar una masa agitada que no dejaba de entrar y salir, y el bar empezó a quedarse sin existencias.

Hubo quien ante tal caos y agobio no pudo más y decidió irse del concierto, faltando todavía casi una hora para que éste acabara, algunos incluso recurrieron a reclamar el dinero de la entrada. Pero por allí no aparecía ningún responsable. Inclusive el propio Barrio, que no era ajeno a lo que estaba pasando, hizo un llamamiento a todo el público para que entre todos colaboráramos para hacer la situación un poco más llevadera.

Al final, la organización optó por retirar las lonas de la parte trasera de la carpa para que entrara aire fresco y además para que la gente que no podía entrar a la carpa viera desde el exterior el concierto.

No es justo que habiendo pagado 20 euros en venta anticipada y 25 euros en taquilla, los responsables se queden de rositas cuando parte del público sufrió una auténtica pesadilla.

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