Opinión

Efectos del `supermartes´ (Albert CANO)

El famoso `supermartes´, que debía alumbrar a los candidatos demócrata y republicano a la sucesión de Bush, sólo anunció a John McCain como futuro nominado del partido del presidente. En cambio, la inevitabilidad de Hillary Clinton como candidata demócrata se ha deshecho tras el huracán Obama.

La victoria de McCain en los estados más poblados y la posterior retirada de su principal rival interno, Mitt Romney, le han allanado el camino. Pero aún tiene obstáculos. A corto plazo, el rechazo de la derecha cristiana, que le reprocha su moderación en cuestiones sociales. A la larga (y si el rival demócrata fuera Obama), está la edad: sus 72 años competirían mal con un Obama de 47.

Pese a ello, los republicanos han sido pragmáticos: aunque en los estados conservadores del Sur cae mejor el baptista ex gobernador de Arkansas, Mike Huckabee, la elección de McCain implica escoger al único con opciones para competir contra Hillary u Obama.

¡Hillary u Obama! El duelo que atrae al público, el de más glamour... El supermartes ha revelado que Clinton se apoya en el aparato del partido, en las mujeres, en los hispanos y en la clase media-baja blanca, que sufre la crisis. Pero Obama ha penetrado en el electorado blanco, además de arrasar entre los jóvenes. Su popularidad crece, aunque ahí está el vaticinio de Karl Rove, ex gurú de Bush: los republicanos deben prepararse para una final con Clinton, ya que el matrimonio se encargará de eliminar a su rival.

Y una sugerencia: aunque los republicanos representen al partido del malvado Bush, harán bien los medios en seguirlos con interés. Aún se recuerda cómo, aquí, se preveía su derrota por el desastre de Irak: ¡que gana Kerry!, auguraban entusiasmados, tras el apoyo de Springsteen, Michael Moore... y ya sabemos qué pasó.

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