Hubo una época en la que Google no dominaba el mundo. Antes de consolidar su dominio sobre el mercado digital, cimentado en la estrategia de 'copiar, adquirir y matar' a la competencia, el gigante de Silicon Valley fue una empresa emergente en un mundo en el que internet empezaba a divisar su potencia. El futuro estaba aún por escribir y en esa carrera entre visionarios también se produjeron todo tipos de abusos.

Fue entonces, en 1993, cuando la desconocida compañía alemana ART+COM desarrolló TerraVision, un proyecto pionero que permitió, por primera vez, reproducir virtualmente el mundo a través de imágenes de satélites y datos arquitectónicos, situando al usuario en una experiencia inmersiva para poder visitar cualquier rincón del planeta. ¿Os suena? Ocho años más tarde, en 2001, Google lanzó Google Earth, programa informático que replicaba esa misma idea.

En 2014, los artistas e informáticos alemanes detrás de ART+COM se atrevieron a llevar a la todopoderosa Google a los tribunales, acusándola de haber violado la patente del algoritmo en el que se basaba TerraVision y de copiar ese sistema para lanzar Google Earth. Ahora, esa batalla legal inspira ‘El código que valía millones’, ya disponible en Netflix.

Creada por Oliver Ziegenbalg y dirigida por Robert Thalheim, esta miniserie alemana de cuatro capítulos recrea la fascinante historia de TerraVision viajando al Berlín desacomplejado de después de la caída del muro, donde artistas y 'hackers' encontraron un terreno fértil para la contracultura. Y lo hace a través Carsten Schlüter (interpretado por los actores Leonard Scheicher y Mark Waschke) y Juri Müller (interpretado por Marius Ahrendt y Mišel Matičević), dos personajes de ficción que representan a Joachim Sauter, Pavel Mayer, Axel Schmidt y Gerd Grüneis, los verdaderos impulsores del proyecto, como explica el ‘making off’ que acompaña la serie.

Esta adaptación ficticia se sirve de su testimonio y de las transcripciones del juicio para narrar cómo la caída del telón de acero abrió el campo de visión a unos soñadores alemanes que rompieron las barreras de la imaginación para concebir lo que terminaría siendo una pieza clave de la revolución digital. Y lo que sucedió para que ese invento visionario terminase sepultado bajo la alfombra de la Historia.

Los primeros capítulos transcurren saltando de la preparación del juicio a los orígenes de TerraVision y de la amistad entre los protagonistas, replicando la frenética estructura narrativa de ‘La red social’ (David Fincher, 2010). El último viaja directamente a Delaware, EEUU, para narrar al detalle el juicio contra Google con un tono que bebe directamente de clásicos del 'thriller' judicial como ‘Testigo de cargo’ (Billy Wilder, 1957) o la más reciente ‘El juicio de los 7 de Chicago’ (Aaron Sorkin, 2020).

Todo ello vestido con una estimulante banda sonora que entremezcla a la perfección el frenesí libertario del techno alemán con el futurismo utópico de los sintetizadores, creando una imagen sonora de la efervescencia cultural del Berlín de los años 90.

Historia de un fracaso

Sin embargo (ojo: 'spoiler'), ‘El código que valía millones’ no es la historia de un éxito, sino que opta por “la perspectiva de los perdedores”, como explicó Ziegenbalg a ‘Variety’. Google y su ejército de abogados encorbatados vencieron el pleito al considerar el jurado popular que ART+COM no había demostrado la violación de patente. En octubre de 2017, el Tribunal de Apelación del Circuito Federal de EEUU confirmó la invalidación de la patente que la empresa alemana emitió en 2013 para reclamar 100 millones de dólares a Google por infracciones.

Carsten Schlüter (Leonard Scheicher) y Juri Müller (Marius Ahrendt), en 'El código que valía millones'. Netflix

A pesar de su envergadura, tanto TerraVision como su proceso judicial contra Google son grandes desconocidos para la mayoría de la población. El gran mérito de la serie reside en acercar un tema tan complejo y etéreo como es un algoritmo al gran público. Y hacerlo sin renunciar a los tecnicismos que nos permiten conocer mejor la documentada actitud depredadora de Google para robar patentes, marcas comerciales, derechos de autor e información privada. Una inteligente construcción narrativa que la sitúa entre perlas de la ficción alemana contemporánea como ‘Babylon Berlin’, ‘Deutschland 86’ o ‘Dark’.

Una advertencia sobre Google

La serie es, sin duda alguna, producto de su tiempo. Tras una década de fascinación con la epifanía tecnológica traída por mesías de jersey de cuello alto y 'sneakers', vivimos inmersos en una fase de desconfianza y fiscalización de los gigantes sociales (que no neoludismo) a los que se pavimentó una autopista sin peajes hacia un monopolio que ha terminado atrapándonos en sus redes.

Google se ha convertido en el coloso tecnológico más poderoso del mundo. Su omnipresente dominio genera 7.944 dólares de beneficio cada segundo y sus tentáculos se extienden por todos los mercados. Controla el buscador más conocido del planeta, pero también la telefonía móvil (Android), el vídeo (Youtube), los navegadores (Google Chrome) y el correo electrónico (Gmail), entre muchos otros. El desarrollo de Google Earth le permitió poner en marcha, en 2005, Google Maps, el revolucionario servicio de mapeo mundial en tiempo real que se ha convertido en una herramienta indispensable para la ciudad moderna.

El poder de Google es tal que incluso este artículo, en el que se resalta la historia de los ingenieros que plantaron cara al Goliat tecnológico, claudica a sus dictados. El objetivo de un artículo es que se lea, pero para que esto pueda suceder primero hace falta que el potencial lector pueda encontrarlo en lo más alto de la lista que proporciona el buscador. Y, como dicta el SEO, la mejor manera de lograr eso es potenciar palabras clave que optimicen esa búsqueda. Es decir, poner el término ‘Google’ en el mismo titular. Lo único que nos queda es el guiño literario: el nombre del gigante en la cola y el inicio para TerraVision, el verdadero protagonista de esta historia.