Tamara Falcó acata una orden de Isabel Preysler que la separa aún más de Íñigo Onieva
La familia está viviendo momentos de mucha tensión

Tamara Falcó acata una orden de Isabel Preysler que la separa aún más de Íñigo Onieva / EUROPA PRESS REPORTAJES
Todo apunta a que la relación entre Tamara Falcó y su marido desde hace dos años, Íñigo Onieva, pende de un hilo. No solo les pesa la frustración de no poder conseguir ser padres, sino que también se enfrentan al rechazo de Isabel Presyler al esposo de su hija. La 'reina de corazones' parece que no le ha perdonado a su yerno la infidelidad que cometió cuando la pareja ya estaba comprometida.
Lejos del glamour de las portadas y las apariciones impecables, la familia Preysler-Iglesias sigue librando sus propias batallas internas. El reciente viaje a Washington para celebrar la graduación de Alejandro Altaba Iglesias, nieto de Isabel Preysler, fue menos una celebración familiar que una operación diplomática cuidadosamente orquestada.
Aunque las sonrisas ante las cámaras funcionaron como una cortina de humo, la realidad era otra: Íñigo Onieva, esposo de Tamara Falcó, no fue invitado. Y no por olvido. La decisión partió directamente de Isabel Preysler, quien aún considera su presencia incompatible con el delicado equilibrio que intenta mantener dentro del clan.
Tamara aceptó la exclusión de Íñigo sin rechistar. No hubo gestos públicos de desacuerdo, ni declaraciones tensas. Solo un silencio que muchos interpretan como resignación o, quizá, estrategia. La herida causada por el escándalo de infidelidad que involucró a Onieva sigue abierta, y aunque Tamara optó por el perdón, su madre no ha dado ese paso. Para Isabel, la protección de la imagen pública —y emocional— de su hija sigue siendo una prioridad.
Una reunión con condiciones
El viaje tenía un propósito claro: asistir a la graduación de Alejandro, hijo de Chábeli Iglesias. Pero también funcionó como una tentativa de acercamiento entre madre e hija, distanciadas desde que Íñigo volvió a ocupar un lugar en la vida de Tamara. El mensaje fue claro: se podía reconstruir el vínculo, siempre que él no estuviera presente.
Isabel, incluso en un momento tan sensible como el reciente fallecimiento de Mario Vargas Llosa, demostró que no cede terreno cuando se trata de su familia. La armonía del evento debía ser total, y Onieva representaba una amenaza para esa narrativa.
A pesar de haber retomado su relación con Tamara, Íñigo sigue siendo una figura divisiva. Su pasado mediático, sus errores públicos y el desgaste emocional que provocó en la hija de Isabel aún pesan. La decisión de vetarlo, aunque no se haya hecho oficial, fue leída como un recordatorio de quién marca los límites en la familia.
Alejandro, el verdadero protagonista
En medio de todo esto, Alejandro Altaba Iglesias se convirtió en el centro de una historia que va más allá del drama. Su graduación en la American University fue un hito celebrado con emoción discreta. Nacido prematuramente, ha superado obstáculos que lo hacen aún más especial para su abuela. Isabel, conmovida pero imperturbable, compartió el protagonismo con Tamara, quien se mostró cariñosa con su sobrino, alejándose —al menos por un día— de sus propios conflictos personales.
El evento terminó sin escándalos. La ausencia de Íñigo fue tan evidente como funcional: permitió proyectar una imagen de unidad y normalidad que, aunque frágil, era necesaria.
- Adiós a las mosquiteras: el invento de Ikea por menos de 7 euros para dormir tranquilo en verano
- Pescan una serpiente nadando 'con la cabeza bien alta' en Portinatx
- Estos son los siete lugares en los que se puede esconder una serpiente en una casa
- Terremoto en Pasapalabra: Rosa dice adiós tras alcanzar 138 programas
- Llega a Ibiza un superyate de 220 millones: su propietario vivió en la indigencia, fue un mal estudiante y acabó fundando WhatsApp
- La magnífica historia del propietario de este superyate que ha llegado a Ibiza: hizo su fortuna en las carreras de caballos
- Ibiza, 1982: «Hay que poner caro el alquiler, si no, no es rentable»
- Falta de ambulancias en Ibiza: 'No nos podemos permitir pagar un taxi para ir a rehabilitación