La razón por la que Tamara Falcó se pasó el Día de la Madre llorando desconsolada
Hay dos problemas de peso para la tristeza que le invade

Tamara Falcó.
Hay días marcados en el calendario nacional que duelen, y al parecer esto es lo que le ha ocurrido recientemente a Tamara Falcó, quien ha sufrido en una jornada en que mucha gente se encontraba celebrando.
En un domingo colmado de flores y homenajes, mientras millones de madres eran celebradas en cada rincón del país, Tamara Falcó vivió su propio Día de la Madre desde el otro lado del espejo: desde la ausencia. A pesar de publicar un emotivo mensaje dedicado a Isabel Preysler, su madre y referente, lo cierto es que ese 4 de mayo fue para ella una jornada marcada por la tristeza. Bajo la superficie de gratitud y cariño, se escondía el duelo silencioso de una maternidad deseada que aún no se materializa. Según El Nacional, esta situación ha provocado que la hoja de Isabel Preysler pasara un primer domingo de mayo llorando por la los problemas que se está encontrando para poder llevar a cabo uno de sus mayores deseos: ser madre.
A sus 43 años, Tamara ha comenzado a convivir con la posibilidad de que su camino hacia la maternidad no sea el que había imaginado. Ha apostado por métodos naturales y éticamente acordes a su fe, como la naprotecnología, rechazando otras vías que podrían facilitar el embarazo. Esta elección, profundamente personal, se ha convertido también en una fuente de ansiedad y frustración. El paso del tiempo, implacable, y cada intento fallido han ido dejando cicatrices invisibles que pesan más de lo que ella misma reconoce públicamente.
Las esperanzas que depositó tras su boda con Íñigo Onieva han comenzado a tambalearse. Según fuentes cercanas, la armonía en su matrimonio se ve afectada por el dolor compartido y las decisiones divergentes sobre cómo afrontar este deseo tan íntimo. Íñigo, pragmático, ha planteado alternativas como la adopción o la gestación subrogada, pero el muro de convicciones religiosas y personales parece infranqueable. En ese conflicto silencioso, el amor también se pone a prueba.
Tamara, tan habituada a moverse entre focos y galas, descubre ahora que hay batallas que se libran sin testigos, que hay deseos que no se resuelven con aplausos ni likes. Su historia, lejos de los titulares, es la de muchas mujeres que viven el Día de la Madre desde el anhelo. Y aunque no siempre lo muestra, carga con el peso de ese vacío: uno que no se ve en las fotos, pero que grita en el silencio de su alma.
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