Tamara Falcó e Isabel Preysler rompen su relación: esto es lo que ha pasado entre madre e hija
La relación entre madre e hija está muy deteriorada

Isabel Preysler y su hija Tamara Falcó están muy distanciadas / Juanjo Martín
La Semana Santa no está siendo tranquila para la 'reina de corazones', Isabel Preysler. Al fallecimiento de su último gran amor, Mario Vargas Llosa, se le suma la tensa relación que mantiene con su hija, Tamara Falcó, y su yerno, Íñigo Onieva.
Aunque los rumores venían cobrando fuerza desde hace meses, esta Semana Santa ha confirmado lo que ya muchos intuían: el vínculo entre Isabel Preysler y la pareja formada por Tamara Falcó e Íñigo Onieva se ha fracturado por completo, según publica elnacional.cat. A pesar de las imágenes idílicas que comparten en redes o los gestos públicos de cordialidad, lo cierto es que Tamara e Íñigo apenas toleran compartir espacio con Isabel. Fuentes cercanas al entorno aseguran que la situación ha alcanzado tal nivel de incomodidad que ambos han preferido poner tierra de por medio y abandonar Madrid durante estas fechas festivas, con el fin de evitar una convivencia que se ha vuelto asfixiante.
Según personas del círculo íntimo al que ha tenido acceso la publicación, el punto de inflexión se produjo a principios de marzo, durante una acalorada discusión familiar que tuvo lugar a puerta cerrada. En ese encuentro, Isabel habría reprochado a su hija su frialdad emocional y la actitud artificiosa que, según ella, mantienen frente a las cámaras. "Todo es fachada, una puesta en escena", habría dicho la matriarca, visiblemente emocionada, dejando entrever su desacuerdo con la reconciliación de Tamara e Íñigo tras la sonada infidelidad de este último. Aunque Isabel ha intentado mantener la cordialidad, no ha logrado superar la desconfianza hacia el que fuera, en algún momento, su futuro yerno.
Una Semana Santa marcada por el distanciamiento
Lo que tradicionalmente era una época de reunión y armonía familiar, se ha transformado en un periodo de separación y silencio en la residencia de Puerta de Hierro. A diferencia de años anteriores, esta vez no hubo comidas familiares ni veladas íntimas con amigos de toda la vida. Tamara e Íñigo decidieron emprender un viaje hacia un destino desconocido, alejándose tanto de los focos mediáticos como de la casa familiar. Isabel, por su parte, ha optado por quedarse en Madrid, en una Semana Santa que, lejos del glamour habitual, ha transcurrido en una amarga soledad.
“Está herida, se siente apartada y profundamente decepcionada”, confiesa alguien del entorno de la socialité. La que fuera durante décadas la gran dama del papel couché atraviesa ahora un momento de gran vulnerabilidad, envuelta en una ruptura emocional que, más allá de las apariencias, ha dejado al descubierto el deterioro en la relación con su hija y con Íñigo Onieva, un yerno que nunca llegó a ser oficialmente, pero cuya presencia ha marcado un antes y un después en la estabilidad familiar.
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