Sabores del norte
Así es el restaurante Primera Vaca: el refugio 'gastro' de María Pombo en Cantabria
La verdadera estrella de este local a 10 minutos de las playas de Samo y Langre es su horno de piedra híbrido que combina leña y gas

Pulpo con huevo frito, patatas y pimentón del restaurante Primera Vaca. / REDACCIÓN
Natalia Vaquero
Un enorme horno de piedra da la bienvenida a los comensales en Primera Vaca, el restaurante 'chic' al que acude, entre otros, la 'influencer' María Pombo cada vez que se escapa a su casa de Suesa para disfrutar del atractivo contraste entre la paz de los pastos verdes y la energía de las olas del mar Cantábrico. Es sin duda el refugio 'gastro' de la familia Pombo, un restaurante que captura la esencia de esta región norteña para transformarla en una experiencia única.
Pero la verdadera estrella de Primera Vaca es su cocina, basada en el producto local y su horno de piedra como protagonista indiscutible. Un imponente horno de diseño italiano, que combina leña y gas para mantener una temperatura constante, es el corazón del restaurante, el lugar donde se elaboran pizzas excepcionales, artesanales y con una masa finísima y liviana, elaborada con harinas ecológicas traídas de Italia.
Quesos de los valles pasiegos
Los ingredientes, cuidadosamente seleccionados, son en su mayoría cántabros, e incluyen quesos de pequeñas queserías de los valles pasiegos que se han animado a elaborar especialidades italianas. El tomate italiano San Marzano es el único que se emplea para la base de las pizzas.
Entre las especialidades más demandadas destacan la pizza Catalina, con pimientos asados y anchoas del Cantábrico; la Rafaela, de crema de calabaza asada, 'mozzarella', parmesano, rúcula, mortadela y pistachos frescos; y la Primera Vaca, con 'stracciatella', paletilla ibérica, tomatitos, rúcula, 'mozzarella' y parmesano.
La oferta gastronómica de Primera Vaca va más allá de las pizzas. La carta incluye una selección de platos sencillos en los que el producto de proximidad es el rey: anchoas de Santoña; salmorejo con su guarnición; pastel de mejillones en escabeche, pericaña (una receta típica alicantina a base de aceite de oliva, pimientos secos y pescado en salazón); ensalada de bonito escabechado y verduras; burrata Biribil elaborada con leche de vaca pasiega con tomate de Cantabria; pulpo con huevo frito, patatas y pimentón; cachón ‘alla arrabiata’; bonito del norte asado; callos con pata y morro; chuleta de vaca con patatas y pimientos verdes fritos y las míticas croquetas de jamón del Grupo El Riojano que vuelven loca a María Pombo.
Para completar la escapada a este restaurante, a 20 minutos de Santander, una golosa selección de postres artesanos, como tarta de queso y tiramisú, y una bodega en la que cobran importancia los vinos naturales y biodinámicos y los espumosos.
El artífice de este oasis es Carlos Crespo, un empresario hostelero que, con una visión clara y un profundo respeto por la tierra, ha sabido crear un ambiente auténtico y cálido. Crespo, curtido en el sector con establecimientos emblemáticos como Bodega del Riojano, Vermutería Solórzano y Días de Sur, ha unido su experiencia y amor por Cantabria para dar vida a Primera Vaca.
Situado en Suesa, Primera Vaca se camufla en el paisaje rural que lo rodea. La arquitectura del lugar, una casa de una sola planta, lleva el sello del estudio de interiorismo de Sandra Tarruella. El diseño busca recrear el bienestar y las sensaciones del entorno en un paraje idílico donde los senderos serpentean entre prados repletos de vacas y los surfistas se deslizan sobre las olas de las playas de Somo y Langre.
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