El rebozado es una técnica culinaria con muchos adeptos. Ya lo dice el refrán moderno: 'empanado está todo rico'. Se adecua tanto a carnes como a pescados, pasando por verduras o setas, de modo que su flexibilidad nos da mucho margen para jugar con él en nuestros platos, y añade mucho a las recetas en cuanto a textura, presentación e incluso sabor. Como extra, permite que sabores menos populares lleguen con más facilidad, por ejemplo, a los niños.

No obstante, no todo el campo es orégano. El rebozado emplea mucho aceite, y también usa pan rallado y harinas refinadas, lo que lo convierte en un método de cocina no demasiado saludable. Además, los alimentos cocinados así terminan teniendo un buen puñado de calorías. Por tanto, está muy bien comer rebozados de vez en cuando, pero es importante no abusar. Si te preocupa este aspecto, puedes intentar mitigarlo utilizando pan rallado integral o alternativas a la harina como copos de arena triturados.

Eso sí, si vamos a hacerlo, es mejor hacerlo bien. Un rebozado solo es digno de ese nombre si aporta el sabor y la textura deseados. Para conseguir el punto justo de crujiente, te traemos cinco trucos que te ayudarán a que tus empanados causen sensación.

  • El secreto está en la mezcla: combina pan rallado y harina en proporciones iguales. Eso hará el rebozado más compacto. Si este estilo te gusta, también puedes probar el panko, la versión japonesa del pan rallado, más gruesa y densa.
  • No te apresures: déjalo reposar. Esto puede no tener demasiado sentido si estás haciendo pechugas empanadas, pero el consejo multiplica su valor en preparaciones como las croquetas, donde es mejor dejar que la masa ya empanada se enfríe durante un par de minutos en la nevera antes de meterla en el aceite. Conservará mejor la forma, se adherirá mejor y, sobre todo, quedará más crujiente.
  • Lo primero es lo primero: usa ingredientes crujientes. Tritura kikos o cereales en trozos muy pequeños y combínalos con la harina o el pan rallado. Ese extra de textura obra maravillas en la lengua.
  • Nada de humedad: que los alimentos estén bien secos. Si hay humedad sobre los ingredientes que vamos a rebozar, el huevo no se pega igual de bien que si no la hay. Usa papel de cocina para eliminar el exceso.
  • Un toque especial: usa bebidas con gas en la preparación. El rebozado con cerveza es todo un clásico, pero hay opciones más 'gourmet' que apuestan por el cava o, incluso, por el champán.

Un último consejo, ya a modo de bonus. No está orientado a la preparación, sino a la consumición. ¡Cómetelo enseguida! Los empanados y rebozados están mucho más ricos recién hechos. ¡No dejes que se enfríen!