El chef Edwin Vinke no puede contener la sonrisa cuando coge el micrófono que le tiende el director general de Grupo Nassau, Cristóbal Toledo. En su delantal de cuero puede leerse un número, 1742, que es en realidad una fecha histórica: el año de construcción del palacio que termina en la azotea desde donde el chef va a dirigirse a una audiencia formada por periodistas y profesionales ligados a medios de comunicación locales, nacionales e internacionales.

Les acompañan los proveedores que surten con los mejores productos del campo y el mar de Ibiza la despensa del nuevo restaurante del chef neerlandés, conocido por conseguir y mantener dos estrellas Michelin en De Kromme Watergang, su primer proyecto. Ahora, gracias a Grupo Nassau, ha empezado «la mayor aventura» de una vida «en la que no han dejado de suceder cosas muy interesantes».

El chef, un apasionado del producto de proximidad, recorrió Ibiza en busca de agricultores, granjeros y pescadores antes de inaugurar el restaurante. Los invitados escuchan con atención sus ideas, con el campanario de la catedral iluminado como telón de fondo.

Desde el mayordomo hasta el equipo de sala y de cocina: todos brindan un servicio exquisito al comensal.

Desde el mayordomo hasta el equipo de sala y de cocina: todos brindan un servicio exquisito al comensal.

La experiencia había comenzado dos horas antes, en el meeting point situado en el aparcamiento de es Pratet. En unas coquetas vans, el medio centenar de comensales fue subiendo por las calles empedradas del casco histórico de Ibiza. Como si se apearan de un carruaje, se encontraron a un mayordomo junto a los portones del palacio. Una camarera vestida con un deslumbrante vestido rojo ofreció el primer bocado de la velada: la perla de gintónic. Junto a la barandilla del primer piso, una violinista interpretaba piezas clásicas. La bienvenida a 1742 ya estaba dada.

En la cripta del palacio, los invitados descubrían bajo el cristal que pisaban dos cisternas de dos mil años de antigüedad. Allí se ha instalado la enoteca de 1742, con tesoros que vienen de viñas míticas de Burdeos y Borgoña conviviendo con exclusivas añadas de Vega Sicilia o el 12 Años de Valduero.

Desde el mayordomo hasta el equipo de sala y de cocina: todos brindan un servicio exquisito al comensal.

Desde el mayordomo hasta el equipo de sala y de cocina: todos brindan un servicio exquisito al comensal.

La comitiva fue subiendo por la escalera que conduce hasta la cocina. En la barra, el matrimonio Vinke les esperaba con un tartar que lleva a las papilas gustativas hasta la mejor carne roja del planeta, pero preparada con sandía. El trampantojo era la mejor carta de presentación de Edwin y Blanche, su reverso desde hace más de tres décadas.

Los comensales continuaron descubriendo otros espacios mágicos como el club privado y la azotea, donde degustaron varios aperitivos, hasta llegar a los salones de palacio. Allí les esperaba una cantante de ópera que daba majestuosidad al momento.

Desde el mayordomo hasta el equipo de sala y de cocina: todos brindan un servicio exquisito al comensal.

Desde el mayordomo hasta el equipo de sala y de cocina: todos brindan un servicio exquisito al comensal.

Las proyecciones del salón hacen referencia al siglo XVIII, y sirven como contexto a unos platos que homenajean al espíritu mediterráneo. Antes de sumergirse en los sabores de Ibiza, Vinke ha preparado un cóctel de conchas picante y aderezado con algas. Las plantas de agua salada también estuvieron presentes en la pomme moscovita, elaborada con patató ibicenco y esturión ruso.

La roja, que fascina al equipo de cocina, se sirvió en dos vuelcos: primero su jugo, después, su carne, sobre ajo blanco y estragón. Los comensales también pudieron degustar el cabrito acompañado de berenjena, tomate y albahaca. Unas calaveras de chocolate rellenas de finos licores pusieron el broche a una cena que se repetirá cinco veces por semana tras las murallas.