Está a punto de cumplir 90 años, pero Carlos Saura (Huesca, 1932) continúa incansable a la hora de seguir explorando nuevos caminos cinematográficos. Este año inauguró el Festival de San Sebastián con el cortometraje documental 'Rosa Rosae. La guerra civil' y poco después presentó 'Goya. 3 de mayo'. Ahora es el turno de 'El Rey de todo el mundo' rodada hace dos años en México (y cuyo estreno ha tenido que esperar a causa de la pandemia) en la que continúa desarrollando una faceta musical que ha ido vertebrando parte de su filmografía, desde 'Bodas de sangre' (1981) a 'Jota de Saura' (2016) pasando por 'Sevillanas''Flamenco''Tango''Iberia' o 'Fados'

En 'El Rey de todo el mundo' se reivindica la tradición folclórica de la música y la danza mexicana en un cruce entre tradición y modernidad. El dispositivo narrativo es de base teatral: un director (Manuel García-Rulfo) quiere poner en escena un musical inspirado en su vida y para ello busca como coreógrafa a la que fuera su pareja, Sara (Ana la Reguera). La realidad y la ficción se fundirán en un aparato representacional en el que todos los elementos pertenecen al mismo tiempo a ambas esferas. 

“Para mí el cine sigue siendo una aventura, no me canso de seguir aprendiendo y, en este sentido, ha sido como empezar de cero”, cuenta Carlos Saura a El Periódico, diario perteneciente al mismo grupo de comunicación que este medio. “A mí me siempre me ha gustado la música mexicana, desde Jorge Negrete a el Trío Calaveras, pero se trataba de incorporar también nuevos ritmos que yo no conocía, nuevos bailes, nuevas coreografías, con gente además muy joven. Es muy apasionante eso”. 

En efecto, 'El rey de todo el mundo' (una de las estrofas de la canción de Pedro Infante, ‘Fallaste corazón’) está protagonizada por un elenco de nuevos talentos procedentes de la danza, como Greta Elizondo. “Creo que hay una renovación constante en todos los bailes. Dentro de la ortodoxia, aparece la hetorodoxia, es un proceso natural que los jóvenes quieran romper con la tradición y adecuarlo a su estilo”, afirma. 

En la película también se integra el elemento de la violencia como modo para entender la historia mexicana desde sus inicios. Por eso se introduce una trama de mafias, de extorsión y asesinatos. ¿Era necesario? “Por qué huir de ello. Muchos piensan que los aspectos negativos no se pueden bailar, y yo he intentado huir de esa limitación, como también hice en 'Tango'. Aquí, un pelotón de esqueletos fusilan a la compañía de forma metafórica, y me parece uno de los momentos más importantes de la película”. 

Cuenta el maestro que en ciertos aspectos esta película se acerca más a 'Los golfos' o 'Deprisa, deprisa', por el elemento de juventud y de peligro que tiene. ¿La diferencia? “Que la música lo embellece todo”. “Yo he hecho dos tipos de películas diferentes. Unas que utilizan la imaginación, y otras que tienen los pies en la tierra. Pero a veces, intento manejar ambas cosas, como en este caso”. 

En cuanto a la utilización de las herramientas del lenguaje fílmico unidas a las de otras artes, el director lo tiene claro: el cine lo reúne todo, no hay ningún tipo de restricción en él. En esta ocasión, vuelve a contar con sus famosos paneles lumínicos que cambian de colores, obra de su inseparable Vittorio Storaro, que lo acompaña desde la filmación de 'Flamenco'. “Yo que he hecho óperas y teatro, siempre pensaba que me faltaba algo, una cámara, porque a través de ella te adentras en los personajes, es una limitación que tengo, la necesito. ¿Por qué amo las películas musicales? Porque puedo incluirlo todo: una historia, una escenografía, el color de la fotografía, la interpretación”. 

Carlos Saura seguirá haciendo cine hasta que tenga fuerzas. Se encuentra preparando una película a modo de biopic que narraría la relación entre Pablo Picasso y Dora Maar y su relación con la creación del Guernica. “Yo me siento muy libre, sé que nos encontramos en un momento de muchas limitaciones, pero para eso está la imaginación”.