Las piezas que forman ´Flower Power´ son creaciones de sus últimos dos años. El nombre de la muestra se debe, además de a las flores que llenan la pared central de la sala, a las mujeres que protagonizan casi todos los cuadros. «Es un homenaje al poder femenino. En realidad, la exposición debería titularse ´Woman power´, pero creo que los hombres todavía no están preparados para eso», bromea la artista, que cambió Francia por Ibiza a principios de los 80. «Mi familia estaba toda aquí desde hacía tiempo, desde finales de los 60 y venía a verles. Mi madre vivía en una casa en el campo, sin agua ni luz. Todo muy hippy», recuerda Dodi.

La artista explica que ha pintado toda la vida y que ha aplicado esta cualidad a sus trabajos: diseño de moda, de interiores y gráfico, entre otros. «Hacía carteles para las discotecas. Los diseñaba y con un pincel fino hacía las letras. Pero entró el ordenador y se acabó ese trabajo», recuerda señalando una de las obras ya colgadas y en la que se ve a gente bailando en una discoteca.

Ese es precisamente el último cuadro que ha pintado. «De memoria», apunta Dodi, que confiesa que lo que más le gusta pintar es a las personas que se encuentra en su día a día. Nunca va a la playa sin su pequeño cuaderno, en el que toma apuntes de las posturas de la gente. «Luego, al llegar a casa, pinto sobre el recuerdo que tengo de esa escena», insiste la artista, que recuerda con cariño los años en los que tenía su taller en Dalt Vila. «Los espacios eran muy pequeños y yo y otros artistas salíamos a pintar en la calle. La gente se paraba a vernos», indica. De hecho, asegura que una de las cosas que más gracia le hacía de aquella época era, por las mañanas, al llegar al taller, ver las manos de las personas que se habían pegado al cristal para ver las obras fluorescentes, que dejaba iluminadas toda la noche con luz negra. «Es que cambian por completo. Esa mujer desnuda que ves ahí, parece muy dulce, pero cambia completamente cuando se ilumina. ¡Entonces es una tigresa!», afirma.