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Festival de teatro familiar

Barruguet, el reino de los niños en Ibiza

Centenares de familias disfrutan en Santa Eulària de los juegos, los espectáculos de calle y la variada oferta teatral del festival, que, sin limitaciones de aforo ni mascarillas ni distancias de seguridad, recupera la normalidad perdida con el estallido del covid

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Festival de Teatro Barruguet en Santa Eulària J.A.RIERA

En la plaza de Isidor Macabich, en Santa Eulària, todo está dispuesto para el primer evento de calle de la jornada, ‘Poi’, un original espectáculo protagonizado por el campeón mundial de estilo libre de manipulación de peonza, Guillem Vizcaíno. Aunque para el artista mallorquín no es su primera vez en Festival Barruguet, si lo es para D’es Tro, la compañía mallorquina con la que acude en esta ocasión, según explica su técnico, Jaume Miralles. ‘Poi’ se estrenó con gran éxito de crítica y público en octubre de 2021 en la Feria de Teatro Infantil y Juvenil de las Islas Baleares (FIET) y ahora viaja por primera vez a Ibiza. Los primeros en poder disfrutar de los increíbles malabarismos con peonza de Vizcaíno fueron los usuarios de la residencia Can Blai, el pasado jueves. Hoy (por ayer) el turno es para los más pequeños.

A punto de comenzar la función, prácticamente todas las sillas instaladas en la plaza están ocupadas. No se ven mascarillas entre el público, pero sí muchas gorras, las que reparte la organización del festival entre los niños para que se puedan proteger del sol, abrasador a esas horas. Júlia Vendrell y su hijo, Lluc Torres, de tres años, no se han querido perder ‘Poi’, galardonado con el Premio Especial de la Asociación de Teatros y Auditorios Públicos de las Illes Balears (Atapib) en 2021. Vendrell comenta que está encantada con iniciativas como el Festival Barruguet. «Hay que promover cosas para los ciudadanos y no solo para el turismo», opina.

El artista Guillem Vizcaíno, de la compañía mallorquina D’es Tro, posa con una peonza gigante. | J.A. RIERA

También Bunta, que asiste al espectáculo junto a sus hijos Nero, de cuatro años, y Uthai, de siete, alaba la iniciativa patrocinada y organizada por el Ayuntamiento de Santa Eulària en colaboración con Sa Xerxa de Teatre infantil i juvenil de les Illes Balears. «Está muy bien que los niños tengan acceso a formatos alternativos a la pantalla del ordenador y el móvil, como el teatro o los espectáculos de calle. En Barruguet hay muchas propuestas interesantes y los artistas que participan son muy buenos», comenta.

El sol pega fuerte, entre el público alguien sugiere que se debería haber colocado un toldo. Vizcaíno aparece en escena acompañado del sonido de las chicharras y, de repente, toda la atención se concentra en este artista de circo autodidacta y el movimiento hipnótico de las peonzas. Desde un primer momento el malabarista busca ayudantes entre los asistentes para varios de sus números. Tiene tal destreza con las peonzas, de todos los tamaños y formas, que hace que parezca fácil.

De pie, buscando la sombra, sigue atenta el espectáculo la familia Marí Galmés, integrada por Frederic y Maria Antònia y sus hijos, Tomeu y Joan, de catorce y doce años. Son de Mallorca y el año pasado ganaron en la feria FIET una estancia de dos días en Santa Eulària para disfrutar de Barruguet. «Desde que los niños son pequeños les llevamos a FIET, los pueblos reviven con iniciativas como éstas», señalan.

El espectáculo termina con ovaciones al artista mallorquín, que acaba de hacer girar en el suelo una superpeonza. A los pocos minutos se asoman por la plaza los tres grandes y coloridos dragones de trapo de la compañía catalana Efímer. «¡Dinosaurios!», grita entusiasmada una niña mientras se lanza a correr tras ellos. Como ella, decenas de pequeños se acercan a saludar a los simpáticos animales hechos con retales de mil tejidos. Se abrazan a sus garras, les tiran de las colas y acarician sus mullidas cabezas. Otros se esconden tras las faldas de sus madres, pensando que los dragones son reales. De nada sirve que los progenitores les muestren las entrañas de los animales. Los dragones dejan la plaza para recorrer algunas de las calles de la zona atrayendo a su paso a multitud de niños.

Laberint d’Il.lusions, de Món de Colorins, una de las instalaciones lúdicas ubicadas en el paseo de s’Alamera. J.A. RIERA

Mientras, en el paseo de s’Alamera muchas familias continúan la diversión. Juanjo Costa con su hija Lluc, de cinco años, y un par de amigos, juegan al tres en raya en la Ludoteca de Jardí. Hace veinte minutos estaban en la plaza de Isidor Macabich, viendo actuar a Vizcaíno. María y su hija, Irina, de seis años, han escogido el mismo juego para pasar el rato. Acaban de llegar a s’Alamera, pero ayer también disfrutaron del festival y piensan seguir haciéndolo hasta la noche, porque, van a ir a las 20.30 horas al Palacio de Congresos para ver el espectáculo de títeres ‘Adéu Peter Pan’, de la compañía catalana Festuc Teatre.

A lo largo del paseo hay juegos de mesa de todo tipo, de madera y a tamaño gigante, como un tablero de parchís y otro de damas. No es la única instalación. Junto a ella está la de Laberint d’Il·lusions en la que los pequeños ponen a prueba su orientación buscando la salida. Muchos se entretienen en el camino con los tipis, los juguetes y los libros que se encuentran a su paso. El laberinto es de Món de Colorins, una compañía mallorquina que habitualmente se dedica a «cuentacuentos y ludotecas en los pueblos», según explica uno de sus empleados, Sergio Pérez.

En el Teatro España está a punto de comenzar ‘Alma’, un montaje de teatro físico y de objetos de LaBú Teatre. La sala, con aforo para 284 personas, prácticamente está llena. «Se nota que hay ganas. Las sesiones del festival Barruguet para escolares también han funcionado muy bien, han asistido casi 3.000 estudiantes», señala Maria Guasch, coordinadora del evento.

Entre el público del teatro hay unas cuantas familias para las que este festival es una cita ineludible. Es el caso de Violeta Gómez, a la que le acompañan sus hijas, Lía y Lur, y sus padres, Mar e Ismael. «Lía cumple años el día 20 de mayo y uno de los regalos que le hacemos habitualmente es un bono de Barruguet», comenta.

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