Año 50 de la muerte de Franco
El Gobierno rememorará en una muestra la obsesión franquista del "contubernio judeomasónico"
El Ministerio de Política Territorial y el Centro Sefarad-Israel preparan acciones divulgativas en torno al bulo del complot contra España
"El público ignora mucho de lo que significa el judaísmo y de qué medios e instrumentos se sirve en su tenaz labor destructiva. Los españoles tal vez empiezan ya a darse cuenta del papel que ha desempeñado en la revolución y en la prolongación de la guerra civil". Estas palabras, en la introducción de "La eterna cuestión judía", manual distribuido en 1938 por el bando franquista, daban temprana idea de la creación de un discurso de odio sobre la base de un bulo. Ese tan influyente "judaísmo" del que habla el panfleto no tenía en la población de España más de 6.000 personas, según los historiadores especialistas.
La edificación del relato de una conspiración antiespañola será materia de una exposición que prepara la Secretaría de Estado de Memoria Democrática tras haber alcanzado un acuerdo con el Centro Sefarad-Israel. El proyecto se titula como Franco mismo llamó a su obsesión: "La conspiración judeomasónica". Consiste en una serie de acciones divulgativas y culturales en torno a una exposición que abrirá en junio, mediado el año.
Es una de las acciones que prepara el Gobierno para la conmemoración a lo largo de 2025 del 50 aniversario de la muerte de Franco, cuyo primer acto se celebra este miércoles. El acuerdo entre el ministerio de Política Territorial y el Centro Sefarad-Israel se cerró en noviembre y se ha oficializado en el Boletín Oficial del Estado el 23 de diciembre. Con un presupuesto de 225.000 euros, la muestra se abrirá en Madrid con paneles de copia para su exhibición en otros puntos del país.
Antiespaña
No se ha contado para este proyecto con la embajada de Israel, confirman en la legación, pese a que las relaciones culturales son de lo poco que mantiene vivo el pulso, apenas perceptible, de la relación de España con el gobierno de Benjamin Netanyahu.
Miembros de la embajada sí han visitado con interés una exposición sobre los judíos en las Brigadas Internacionales, que desde hace dos semanas exhibe el Centro Sefarad-Israel, y que conecta con esta próxima muestra que impulsa el Gobierno.
Un complot clandestino como causa de "graves daños inferidos a la grandeza y bienestar de la Patria", un factor entre los que "han contribuido a la decadencia de España, influyó tan perniciosamente en la misma y frustró con tanta frecuencia las saludables reacciones populares y el heroísmo de nuestras armas" se cuenta en el preámbulo mismo de la Ley sobre Represión de la Masonería y el Comunismo, uno de los pilares penales de la dictadura. Se promulgó el 1 de marzo de 1940. El legislador tuvo que sospechar que había muchos más masones en España de los realmente existentes, cerca de 7.000 activos al inicio de la guerra.
"Es una cantidad insignificante comparada con los cientos de miles que había en Estados Unidos o el Reino Unido, donde la masonería no tenía estigma sino prestigio", explica el historiador y profesor de la Universidad de Sevilla Leandro Álvarez Rey. Elegido comisario de la exposición y dedicado ya a los preparativos, explica a este diario desde la capital andaluza que "no se trata tanto de contar el contenido de aquella teoría conspirativa, que se explica en dos palabras, como de relatar cómo se construye ese bulo y se difunde por los canales entonces disponibles".
Así, la exposición mostrará lo antijudío y el miedo a una masonería al acecho como "un rasgo distintivo de la mentalidad ultraconservadora en España", explica el comisario. Y para ello no basta con recordar la obsesión de Franco con la antiespaña; se irá a las fuentes de donde manaba. Entre ellas, los escritos y conferencias contra la masonería de dos clérigos catalanes: en el siglo XX, Joan Tusquets, visitante invitado por los nazis al campo de concentración de Dachau; en el XIX, Félix Sardá i Salvany, autor del opúsculo 'El liberalismo es pecado'.
"En España, el odio a los masones surge incluso antes de que haya masones en el país, en el siglo XVIII", recuerda Leandro Álvarez. Para este historiador, uno de los coautores del mapa de fosas comunes del franquismo en Andalucía, veterano colaborador del secretario de Estado de Memoria, Fernando Martínez, la conspiración judeomasónica fue para la dictadura "una manera fácil de explicar el origen de los problemas".
A juicio de Álvarez Rey, hoy queda "bastante" de aquel proceder, en las nuevas corrientes de bulos y discursos de odio de ultraderecha, "las explicaciones en clave de complot a problemas complejos". Para el régimen surgido de la victoria en la Guerra Civil tuvo una utilidad clara para justificar la sublevación contra la República y la matanza posterior como justa reacción armada contra un plan de aniquilación de España.
El recurso duró. Incluso lo utilizó el dictador en su último discurso a una multitud congregada en la Plaza de Oriente de Madrid el 1 de octubre de 1975, en reacción contra las protestas internacionales por los últimos fusilamientos que había ordenado. El general las explicó así: "Todo obedece a una conspiración masónica izquierdista en la clase política en contubernio con la subversión comunista-terrorista en lo social, que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece".
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