Naufragios

Fin a la "misión Pitanxo": El robot no localiza cadáveres junto al pecio

El buque "Ártabro" abandona la zona del naufragio a 10 millas por hora

Tripulación a bordo del "Pitanxo", en una marea anterior.

Tripulación a bordo del "Pitanxo", en una marea anterior. / Cedida

Lara Graña | @lara_grana

Doce son los tripulantes del Villa de Pitanxo que no regresaron de Canadá. De una marea que arrancó en los muelles de Frigalsa un 26 de enero de 2022 y terminó dos semanas después, trágicamente, a unas 300 millas de la costa de St. John's. Aquella noche del 15 de febrero eran 24 las personas a bordo del pesquero de Grupo Nores; solo a nueve las devolvió la mar. Las demás --solo hubo tres supervivientes-- se quedaron atrás, sin poder aportar consuelo ni respuestas.

Si había alguna mínima esperanza de que el cuerpo de alguno de esos hombres permanecía junto al pecio --en el puente de mando, enganchado al aparejo o a algún elemento de la cubierta--, ésta se disipó en las últimas horas. La misión Pitanxo se termina. Sin traer de vuelta a nadie más.

El buque offshore de la compañía viguesa ACSM Ártabro ya ha emprendido rumbo de vuelta a Vigo, a algo más de 10 millas por hora de velocidad, como reflejan sus datos de posicionamiento AIS (sistema de identificación automática o automatic identification system). Las familias ya han sido informadas de que la expedición ha concluido. "Han grabado todo lo que tenían que grabar".

Como avanzó ayer FARO DE VIGO, del grupo Prensa Ibérica, los restos del Pitanxo se hallaron a menos de una milla de donde marcó la radiobaliza, cuando el pesquero ya estaba irremediablemente escorado. Su estructura se encontró íntegra, con una ligera escora que no dificultó los trabajos de grabación del robot (o ROV, remoted operated vehicle).

Además de los restos del propio buque, de 50 metros de eslora, el equipo de ACSM tuvo que grabar tanto el aparejo como el rastro que éste dejó desde las 02:00 horas UTC de aquella noche hasta el punto donde fue engullido por el mar, con olas de hasta seis metros. Las pistas que arroje el estado de las redes son determinantes para la investigación, que instruye la Audiencia Nacional y que, de momento, ha señalado inequívocamente al patrón, Juan Enrique Padín. Está imputado por 21 delitos de homicidio por imprudencia grave, contra los derechos de los trabajadores, falsedad documental y encubrimiento. La armadora también figura como investigada en la causa, que dirige el magistrado Ismael Moreno.

El ROV, un modelo Triton, ha obtenido imágenes del puente y de los portillos, aunque el verdín acumulado en ellos ha dificultado la toma de referencias más nítidas. En todo caso, y según han apuntado en un primer balance, desde las familias de los fallecidos consideran que la misión ha sido positiva. Las dimensiones del Pitanxo han impedido la entrada del robot en ninguno de sus habitáculos; tampoco era la encomienda.

No ha trascendido el estado en el que se han localizado las puertas de arrastre, cuánto estaba largado el aparejo --la maquinilla Carral tenía capacidad para estirarlo 3.500 metros-- o si se han detectado señales de embarre. La satisfacción expresada a las familias por su defensa letrada permite apreciar que sí se habrían obtenido pruebas clave para el proceso de investigación.

Versiones

De las 24 personas que iban a bordo esa noche --frene a las 21 declaradas por la armadora y el capitán en el despacho entregado a Capitanía Marítima--, sobrevivieron el propio Padín, su sobrino Eduardo Rial y el marinero Samuel Kwesi Koufie. Según expuso el primero, en algún momento después de las 04:00 horas UTC el motor principal, un Wärtsilä modelo 9L20, se paró de forma súbita e inexplicable. Que entonces el pesquero quedó a merced de la fuerza de las olas y que, sin gobierno, la entrada masiva de agua lo escoró a babor hasta su hundimiento.

La de Koufie es radicalmente distinta, y está respaldada por los testigos del buque que los rescató, el Playa Menduiña Dos. Este marinero explicó que, durante la maniobra de virada (recogida) del aparejo, éste sufrió un embarre o espichada (enganchón a algún elemento del fondo del mar). Indicó que los tripulantes que estaban entonces en cubierta, probablemente en torno a ocho, gritaron a Padín que cortara los cables porque la tensión del aparejo estaba escorando el barco de forma muy peligrosa.

De acuerdo a Koufie, el patrón no quiso perder las capturas de aquella noche y, sin corregir la maniobra y con el pesquero ya con la estabilidad comprometida, la entrada de agua fue masiva y apagó para siempre al motor. Esto es, que el fallo del motor se debió a las decisiones de Padín, no al revés. De los tres supervivientes y nueve cadáveres localizados, solo el patrón y su sobrino llevaban puesto el traje térmico de supervivencia. Solo Samuel, que se mantuvo de pie en la balsa salvavidas durante más de cinco horas, evitó morir, como los demás, de frío.

De ahí que el estado del aparejo --además de elementos de cubierta, puertas, tambuchos, imbornales-- sea tan importante. No hay ningún precedente documentado –FARO ha consultado múltiples expedientes de organismos de investigación de España, Francia, Irlanda o Canadá– de un naufragio por los motivos que expone el capitán, de un parón súbito e inexplicable del motor principal Wärtsilä.

A bordo del Ártabro han estado 42 personas, incluida un perito de parte que embarcó en Canadá después de que el organismo encargado de gestionar el operativo, la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim), adscrito al Ministerio de Transportes, desobedeciese a la Audiencia Nacional y partiese de Vigo sin acordar ningún término de los trabajos o de los expertos que debían ir a Terranova.

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