Maniobras Defender Europe 23

España ensaya con aliados la respuesta de la OTAN a un ataque de mercenarios rusos en Europa

El Ejército lidera los primeros ejercicios de fuerzas de la Alianza en Europa que no manda una división norteamericana, simulando un choque con mercenarios

Paracaidistas de la Brigada Almogávares VI avanzan en el campo de entrenamiento de San Gregorio (Zaragoza) en las maniobras Defender Europe 23.

Paracaidistas de la Brigada Almogávares VI avanzan en el campo de entrenamiento de San Gregorio (Zaragoza) en las maniobras Defender Europe 23. / JJF

Juan José Fernández

Una alianza de países cercanos a los Urales despliega unas maniobras intimidatorias en la frontera de Rumanía. A la vez, mercenarios de empresas privadas de esos países desestabilizan a estados de la OTAN en la franja oriental del viejo continente. Los mercenarios alteran a inmigrantes compatriotas suyos, provocan altercados violentos y dañan infraestructuras en combinación con grandes redes de delincuencia organizada y controlan un aeropuerto, desde el que trafican con armas. Sintiéndose atacado, uno de los países que sufren la campaña activa el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte. Los aliados reaccionan con un despliegue en 24 horas de 7.000 efectivos, tropas de élite y paracaidistas. El escenario es por ejemplo, Rumanía, o Estonia o Grecia. Ponen soldados España, Estados Unidos, Italia, Holanda, Francia, y otros siete países para detener a la entente enemiga, a la que llaman Occassus.

Este es el supuesto de partida de las maniobras Defender Europe 23, el principal ensayo anual de respuesta militar conjunta en Europa, y cuya primera fase, Switft Response (Respuesta Rápìda), ha comenzado ya con movimientos simultáneos de unidades aerotransportadas en España, Grecia y Estonia. La División Castillejos del Ejército de Tierra manda la operación, en la primera ocasión en que una división no norteamericana gobierna este ejercicio.

En total son 7.400 los militares implicados en Defender Europe. Dos mil -de ellos 1.300 españoles- se movilizan en esta primera fase, la mayoría en las lomas peladas del campo de entrenamiento de San Gregorio (Zaragoza).

aracaidistas portugueses en el campo de San Gregorio (Zaragoza) en las maniobras Defender Europe 23, el 10 de mayo.

aracaidistas portugueses en el campo de San Gregorio (Zaragoza) en las maniobras Defender Europe 23, el 10 de mayo. / JUAN JOSÉ FERNÁNDEZ

El primer capítulo de estas maniobras anuales es el de la disuasión. El ejercicio consiste en el despliegue en el supuesto país, el restablecimiento de la soberanía y la recuperación de su aeropuerto. Si los mercenarios de Occassus presentan resistencia (que lo harán) llegarán sucesivas fases de ensayo de choques armados y rescate de civiles.

Este es el mayor reto de estrés organizativo que ha afrontado el Ejército en tiempo de paz: liderar sobre el terreno, desde un puesto de mando en la base Sancho Ramírez de Huesca -cuartel general de la División Castillejos-, a más de 6.000 soldados de doce países con unidades separadas a 3.500 kilómetros unas de otras, y en combinación con 24 aviones y 53 helicópteros de carga y de ataque.

El Ejército no comenta el gran parecido que el escenario de este ejercicio tiene con una previsión -o preocupación- estratégica de la OTAN, acrecentada según se pudre la relación entre señores rusos de la guerra.

Mando español

Todo comenzó la noche anterior, pasadas las once, con 80 paracaidistas españoles, húngaros e italianos lanzándose a planear desde 20 kilómetros de distancia para aproximarse al aeropuerto. Son la CRA, la compañía de reconocimiento avanzado. Saltaron de sus aviones a máxima altitud, y se han guiado en la oscuridad por GPS volando en sus paracaídas. Una vez en el suelo, han montado patrullas para detectar rivales con misiles antiaéreos, informar y asegurar la llegada de los demás.

Y los demás, se supone, habían de llegar temprano, a las siete de la mañana de este miércoles. El plan preveía oleadas de lanzamientos hasta juntar más de 1.000 soldados que cayeran del aire, pero un cierzo de más de 20 nudos ha hecho desaconsejable el salto este miércoles sobre San Gregorio -el viento crearía un número de lesionados inasumible para un ejercicio-, por lo que el grueso de los paracaidistas ha tenido que avanzar a pie hacia su objetivo.

Con las primeras luces de la mañana se los veía avanzar flanqueando un camino rugoso y polvoriento, con la costra de las rodaduras de los carro Leopard que cruzan San Gregorio. Es lo que llaman "entrada conjunta de fuerza". Por detrás iban columnas de portugueses y de norteamericanos. Unos hombres cargaban pesadas mochilas de equipo individual; otros, armas anticarro C90 aragonesas, como las que España donó a Ucrania al principio de la guerra.

Los aviones norteamericanos de ataque a tierra A10 Thunderbolt, los mismos que destruyeron en un abrir y cerrar de ojos las columnas de carros iraquíes, zumban en el campo de maniobras, mostrando cómo protegerían a los soldados de los blindados enemigos. Es la primera vez que se les ve en acción en España.

De hecho, esta es la primera vez de muchas cosas. Hasta ahora, en los diez años de historia de estas maniobras, han sido la 82 división o la 101 aerotransportada del ejército norteamericano la que ha organizado a sus aliados europeos. A principios del pasado año, cuando se planeó el ejercicio, Estados Unidos ofreció a sus socios mandar la respuesta rápida. Ni Francia, ni Reino Unido ni Italia aceptaron. "Solo aceptó España -cuenta el general de Brigada Antonio Matas, segundo jefe de la División Castillejos- Lo hicimos por adquirir esta experiencia para consolidar la Castillejos como división operativa".

El general José Manuel Vivas, jefe de la División Castillejos, rodeado de colaboradores durante las maniobras Defender Europe 23.

El general José Manuel Vivas, jefe de la División Castillejos, rodeado de colaboradores durante las maniobras Defender Europe 23. / MARIO FERNÁNDEZ PORTILLO

Se refiere a uno de los conglomerados más potentes de las Fuerzas Armadas, con más de 20.000 hombres y mujeres repartidos desde el extremo sur peninsular, con los legionarios de la base almeriense de Viator, hasta los soldados de la base gerundense de Sant Climent Sescebes. La Castillejos incluye a los paracaidistas de la Brigada Almogávares VI y a la infantería ligera de la Brigada Galicia.

Hay operaciones en Grecia y en Letonia mientras habla Matas. El jefe de la Castillejos, el general de División José Manuel Vivas, explica que esta "capacidad de colocar lejos entidades de Brigada muy importantes y controlar qué hacen" y "optimizar el control del espacio aéreo, los medios aéreos y terrestres" es "el reto de preparación más importante que tiene el Ejército".

Neuronas

Cuando el V Cuerpo de Ejército de Estados Unidos generó los primeros documentos de este Defender Europe 23, solo faltaban unos días para que la Rusia de Putin violara (más) el territorio de Ucrania. Ni el Ejército de Tierra ni los otros aliados nombran a Moscú. Está Occassus, punto.

Las Fuerzas Armadas españolas explican en una nota de presentación que estas maniobras prueban "dar una respuesta a una posible situación de crisis que pudiera requerir un esfuerzo de alta intensidad en territorio europeo". La "alta intensidad" es un eufemismo moderno de la jerga militar; significa gran despliegue y gran tensión, mucha gente en un choque convencional grande.

Dice el US Army en un comunicado que el objetivo del ejercicio es "demostrar interoperabilidad combinada conjunta y capacidad de operaciones a gran escala", pero sobre todo "demostrar la capacidad de Estados Unidos para agregar rápidamente poder de combate en Europa del Este" o, en fin, "aumentar la letalidad de la OTAN a través de fuegos de largo alcance".

Gobernar los movimientos de ese "poder de combate", tantas y tan variadas personas armadas en lugares tan distantes y de forma simultánea, y que toda esa coreografía sea una convincente muestra de colmillos supone una complejísima ingeniería de mando, cuyas neuronas son 95 personas sentadas bajo unas lonas de camuflaje en el puesto de mando de Huesca. Swift Response es parte de Defender Europe, que a su vez enlaza con los ejercicios Astral Knight de la Fuerza Aérea aliada y los navales Formidable Shield.

En el OpsCen, o Centro de Operaciones, Primero está la Policía Militar, con un listado en un atril, armas, gafas oscuras, orden de no dejar pasar a nadie sin acreditación de seguridad. Después, un pasillo con una espartana máquina de café y vasos de cartón. Y después, un techo de lona, unas luces led y unas mesas con ordenadores blindados ante ciberataques y guerra electrónica, que operan españoles, americanos, holandeses, polacos, franceses... El mando de una batalla es hoy sobre todo un tecleo de pecés; y el inglés es su lengua franca.

Investigados por el CNI

"Si la intensidad del combate es muy elevada, este puesto de mando se puede dividir en dos separados, y si uno cae, el otro lo asume todo...", explica el comandante Carlos Espinosa, jefe del OpsCen. Está esa previsión, y también la de enterrarse en el subsuelo si se ponen las cosas aún peor.

"El centro de mando es el objetivo primero y más rentable para el enemigo en caso de enfrentamiento", explica otro comandante de la Castillejos.

Ese es el objetivo, y, también, sus comunicaciones. Y para que España asumiera el mando de ese flujo de mensajes que corren entre ordenadores y de hombres que marchan con mochilas y armas hacia un aeropuerto imaginario ha sido necesaria la intervención del Centro Criptológico Nacional y del CNI, del que depende.

Desde el 15 de mayo de 2022 han estado trabajando los militares en crear "un entorno propio de comunicación homologable con los de otros 12 países", explica el comandante experto en comunicaciones Roberto Rico.

Todo el personal que lo acompaña, y que se sienta ante ordenadores que muestran en su pantalla de inicio el letrero "Mission Secret", ha tenido que conseguir primero una acreditación personal de seguridad homologable. Y para eso han debido pasar el filtro de los servicios de inteligencia. Pero la acreditación que tiene Rico es la máxima en la OTAN: la Cosmic Top Secret. O sea, el CNI le investigó a fondo. "Sí, a fondo -corrobora con una sonrisa en el centro de una cara jovencísima-. Me miraron los destinos que he tenido, mi familia, dónde hemos vivido...".