El 10 de diciembre de 2020, tras perder las elecciones, Donald Trump dio un enorme golpe al tablero geopolítico del Magreb y Oriente Próximo. Lo hizo por sorpresa y lo anunció con una serie de tuits. “Reconocía” Estados Unidos la marroquinidad del Sáhara Occidental. A cambio, Marruecos anunció el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Israel, aliado de Estados Unidos. Se sumaba así a los Acuerdos de Abraham, por los que Baréin, Emiratos Árabes y Sudán también normalizaban sus relaciones con el país hebreo. Tras aquel giro estadounidense, vino todo lo demás. Pedro Sánchez envió a Mohamed VI una carta en la que apoyaba la solución autonomista de Rabat para incorporar el Sáhara Occidental ocupado al Reino alauita, poniendo fin a décadas de neutralidad española.

Pero el acercamiento de Marruecos a Israel tiene un encaje complicado entre la población. La ocupación a la que están sometidos los palestinos es un tema sensible. Y ahora que Israel ha girado hacia un gobierno de derecha y ultraderecha y aumenta la violencia en los territorios ocupados, el asunto arde. La Casa Real alauita quiere ponerle coto. 

Este lunes, el Gabinete Real de Mohamed VI ha emitido un raro comunicado en el que critica públicamente la postura de uno de los partidos del país, el opositor Partido Justicia y Desarrollo (PJD). El PJD, islamista, ha acusado al Gobierno marroquí de defender a la “entidad sionista”, algo que consideran una traición a la causa palestina.

La Casa Real ha reaccionado con dureza. “La política exterior del Reino es una prerrogativa de Su Majestad el Rey”, ha dicho en el comunicado. “La posición de Marruecos hacia la cuestión palestina es irreversible y constituye una de las prioridades de la política exterior de Su Majestad el Rey, Emir de los Creyentes y Presidente del Comité Al Qods, que coloca en el mismo nivel de la integridad territorial del Reino. Se trata de una constante posición de principio de Marruecos que no puede ser objeto de pujas políticas y de estrechas campañas electorales”.

El Gabinete de Mohamed VI dice también que informó al presidente palestino y a los partidos políticos y militantes de la causa antes de anunciar la reanudación de relaciones con Israel. Añaden que el giro se produjo “dentro de unas circunstancias y un contexto que todos conocen”, es decir, tras la concesión de Trump de que el Sáhara es marroquí y que la solución debe pasar por el plan autonomista de Rabat.

Impacto del acercamiento a Israel

“Con el reconocimiento de Trump, Marruecos se envalentonó. Es algo que Rabat había deseado durante décadas. En el momento de euforia, pensó que iba a haber una cascada de reconocimientos. Pasada esa euforia inicial, llegó la frustración”, explica a este diario Haizam Amirah, investigador principal del Real Instituto Elcano. Joe Biden no ha abierto el consulado en Dajla (en el territorio saharaui) como prometió su predecesor, ni ha avanzado en el plan de autonomía ni ha llevado a cabo maniobras conjuntas en territorio del Sáhara. Tampoco ha pedido a otros países que hagan lo que ya ha hecho España y, cuando se le ha preguntado, apunta a que el plan autonomista es “un enfoque potencial”. En este marco de insatisfacción de expectativas marroquíes encaja la tensión interna sobre el acercamiento a Israel. 

“Es llamativo que el comunicado haya salido de la Casa Real. Podría parecer un movimiento preventivo ante la previsible escalada de violencia en los territorios palestinos. El actual Gobierno israelí no deja lugar a dudas de que seguirá adelante con la violencia y los socios de Netanyahu están dispuestos a incendiar los territorios palestinos” agrega Amirah. Se acerca además el mes de Ramadán y los ánimos se pueden ver afectados en los países de los Acuerdos de Abraham si la violencia sigue.

Para Intissar Fakir, analista del Middle East Institute de Washington, la lectura hay que hacerla más bien como política interna marroquí. “Se trata del partido político islamista intentado recordar a su base que su normalización con Israel es algo que ellos nunca han apoyado; aprovechan para distanciarse del gobierno israelí, que consideran racista y violento contra los palestinos”, dice. 

Ahora, el Shael oriental

A la tensión interna a colación de Israel se ha sumado estos días otro enfrentamiento externo con Argelia. El Gobierno marroquí ha telegrafiado a través de los medios de comunicación que reclama, no sólo el Sáhara Occidental, sino también el Oriental, que incluye territorios argelinos como Tinduf. Es la zona al sur de Argelia donde se encuentra el Gobierno saharaui en el exilio, el Frente Polisario, junto a la población desplazada tras la ocupación marroquí de 1975. “Es un movimiento muy provocador por parte de Marruecos. Es incendiario y lo saben”, dice Intissar Fakir.

Esta región fue cedida por Francia a Argel cuando se descolonizó el país magrebí. Marruecos sostiene que, históricamente, son marroquíes. En 1963 llegó a haber un enfrentamiento bélico abierto por este motivo, la llamada Guerra de las Arenas. Ahora, Rabat vuelve a traerlo a colación. La directora de los Archivos Reales marroquíes, Bahija Simou, ha asegurado que "no solo hay documentos históricos que atestiguan la soberanía de Marruecos sobre lo que se denomina 'Sáhara Occidental' sino también para el 'Sáhara Oriental'". El semanario 'Maroc Hebdo' ha incidido, publicando en su portada un mapa de Marruecos que incluye, además del Sáhara Occidental, las zonas del suroeste de Argelia que Francia controlaba durante la época colonial y que cedió a Argel en el momento de su independencia en 1961. La frontera entre los dos países está cerrada desde 1994 y en 2021 rompieron relaciones diplomáticas. Argel ha reaccionado con contundencia: “Desgraciado aquel que se atreva a tocar la más mínima parcela de una tierra pura impregnada de la sangre de los 'chouhada' (los soldados que murieron durante la guerra de independencia del país)". Y ha contraatacado al rey marroquí, “ausente y que pasa largos meses fuera del país”.

Este enésimo foco de tensión dificulta a España aún más la gestión diplomática del acercamiento a Marruecos. Se espera que Rabat ordene finalmente la apertura de las aduanas en Ceuta y Melilla, algo que un año después de la concesión española sobre el Sáhara aún no se ha producido, salvo dos ensayos de paso de mercancías. También se deben acordar la mediana que separa las aguas marroquíes de las canarias y el control del espacio aéreo, entre otros aspectos. Se pusieron los marcos generales en la Reunión de Alto Nivel de Rabat el pasado 1 y 2 de febrero. Pero los acuerdos firmados no se han hecho públicos ni se conoce el calendario. En el Congreso y el Senado español, todos los grupos han afeado al Gobierno el giro y la falta de explicaciones de profundidad sobre el cambio y lo obtenido de Marruecos a cambio. 

“Estos últimos acontecimientos añaden más tensión para España, que es vista por los actores magrebíes como una parte de su juego de suma cero”, dice Haizam Amirah. “Todos los actores (Rabat, Argel y el Frente Polisario) consideran que España ha entrado en el juego de suma cero del Magreb, poniéndose de lado de una de las partes, Marruecos. Y consideran que el partido mayoritario de la coalición de Gobierno está debilitado en este asunto. Hay un rechazo del resto de grupos parlamentarios. No se recuerda en qué momento se han puesto de acuerdo nueve grupos parlamentarios se han puesto en contra”, concluye.