Culmina el año más contradictorio de Podemos. A falta de doce meses para las elecciones generales, el balance del partido morado es del todo paradójico. De la unión de las izquierdas que prodigaban hace un año bajo el ala de Yolanda Díaz, a un escenario prebélico tras un proceso de 'bunkerización' y división. Por una parte, quienes apuestan por Díaz y sus nuevas maneras de hacer política y, por otro, quienes siguen las tesis de la dirección y exigen que el partido lidere el proyecto de la gallega. Estas tensiones han llevado a Podemos a revivir los ecos de Vistalegre 2, que fracturó el partido en dos partes y lo reconvirtió en un ecosistema cerrado, sin margen para la divergencia. La nueva pugna abierta amenaza de nuevo con la salida de una parte del partido, donde ya se dibuja un horizonte de ruptura.

Yolanda Díaz, quien hace un año todavía revestía el título de candidata de Podemos, terminó por convertirse en una de las mayores competidoras de la formación, que desde hace meses libra un pulso con la vicepresidenta para mantener su protagonismo en la futura opción electoral. Esta pugna comenzó a principios de 2022 con la aprobación de la reforma laboral. La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo negoció durante meses con sindicatos y patronal. Su máxima era que los empresarios también firmasen el texto para que su medida estrella naciera fruto del consenso. La reforma, sin embargo, no gustó en Podemos, que lejos de celebrar el acuerdo la recibieron con extrema frialdad en público y críticas en privado que iban en línea ERC, uno de los partidos que la criticó con más fiereza. 

La reforma se aprobó en una votación de infarto y sólo al error del diputado del PP Alberto Casero, sin los apoyos de socios habituales como los republicanos o Bildu. Una circunstancia que fue empleada por la dirección de Podemos para tratar de marcar el paso a la vicepresidenta gallega. Pablo Iglesias, que llevaba ya algunos meses liderando el partido desde los distintos altavoces mediáticos -generando malestar a la propia Díaz por sus “vaticinios de tertuliano”- quien advirtió y mandó ‘deberes’ a la vicepresidenta, eximiendo de culpa de los partidos de izquierdas que votaron ‘no’: “De no ser por un error, hoy la derecha podría haber asestado un golpe durísimo a Yolanda y a UP. Toca rehacer y cuidar el bloque plurinacional”, dijo entonces. Era el primer aviso de los muchos que el dirigente dedicaría después a la gallega. 

Este primer golpe vino seguido de otro de los episodios que han marcado la legislatura. Fue una vez declarada la invasión de Rusa a Ucrania, cuando Podemos se opuso al envío de ayuda militar, generando fuertes tensiones dentro del Gobierno y con la oposición de la propia Yolanda Díaz, que sí respaldó esta medida. Fue la primera brecha visible en Unidas Podemos, donde se veían dos opciones diferenciadas entre su futura candidata -hoy en duda- y el partido principal del espacio. 

A aquella pugna le han seguido muchas otras a lo largo de 2022. Pero el momento en que se quebró la relación Díaz-Podemos tiene un escenario claro: Andalucía. Después de meses de tiras y aflojas para un acuerdo entre las distintas fuerzas de izquierda de cara a las elecciones anticipadas de junio, la vicepresidenta segunda desembarcó en Sevilla en medio de la feria de abril para tratar de acercar posturas. Y su apoyo abierto a la candidata de IU, Inmaculada Nieto, frente a Juan Antonio Delgado, la apuesta de Podemos, fue interpretado como todo un desafío que los morados no han olvidado.

El pacto llegó de una manera desastrosa: a última hora y sin que Podemos quedase oficialmente dentro la coalición de izquierdas ‘Por Andalucía’, por apuntarse al acuerdo en el último minuto. Los resultados en las urnas tampoco acompañaron, y todas las partes quisieron desentenderse de aquello; tanto Díaz, que se desmarcó del modelo de acuerdos andaluz, como Podemos, que aseguró que los malos resultados se debían a que ellos no habían controlado la campaña electoral. Después de la debacle electoral, ningún dirigente compareció los medios y el partido se cuidó de guardar un escrupuloso silencio durante días. Si ellos no habían tenido la voz cantante en campaña, tampoco estaban dispuestos a asumir la responsabilidad de la derrota.

Si el fallido pacto andaluz llegó en mayo, este mes también trajo otro de los hitos más remarcables del 2022. El 18 de mayo El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica, adelantaba en estas páginas el lanzamiento de Díaz de Sumar, registrado en forma de asociación. La elección y el registro de la marca generó un fuerte malestar en Podemos, que no tenía conocimiento previo de este movimiento. Este episodio marcó un punto de inflexión en la dirección morada, que desde entonces acusa a Díaz de diseñar su propio partido, con que quieren negociar una coalición de igual a igual, sin permitirle a la vicepresidenta ejercer el liderazgo pleno del espacio. 

Las tensiones internas entre las ministras de Podemos y la gallega comenzaron entonces a hacerse evidentes incluso en el funcionamiento dentro del Gobierno. También en mayo, después del lanzamiento de ‘Sumar’, Moncloa certificó la ruptura de puentes entre las dos facciones de Unidas Podemos, una circunstancia que obliga a negociar “a tres bandas” dentro de la coalición los asuntos de calado. 

Podemos aprovechó la puesta de largo de Sumar para marcar distancias. Un día después del primer gran acto en Matadero de Madrid, el partido abogó por ignorar el acto y reivindicar a Irene Montero, señalándola como la autora de las leyes “más importantes” del Gobierno, por delante de otras medidas logradas por Yolanda Díaz como la reforma laboral o las subidas del SMI. Este pulso, abierto en verano por la organización, ha ido cogiendo envergadura, y se ha convertido en todo un órdago a la vicepresidenta. Montero ha emergido como candidata alternativa a Díaz. 

Entre quienes han lanzado a Montero como una opción está el propio Pablo Iglesias, que aprovechó la crisis de la ley del sólo sí es sí para abrir brecha en el espacio, criticando a la vicepresidenta del Gobierno por su tibio apoyo a la titular de Igualdad. Finalmente los ataques de Vox terminaron por dar oxígeno a la dirigente de Podemos, que revirtió la situación declarándose víctima de “violencia política”, con actos organizados por el partido para ensalzarla. 

El ex vicepresidente del Gobierno, que anunció su salida de la política tras su fracaso electoral en las elecciones madrileñas de mayo de 2021, ha vuelto con fuerza este año. Si bien no está dentro del plano institucional, continúa siendo una suerte de líder espiritual en la formación, y ejerce el poder en el partido desde los micrófonos de las tertulias, donde marca líneas políticas que luego son seguidas por la cúpula de Podemos. El culmen de esta situación se escenificó en la Universidad de Otoño del partido, donde el ex vicepresidente cerró las jornadas con un duro discurso contra Díaz, a la que acusaba de tibieza en sus posiciones. Estos ataques y el seguidismo de la cúpula a sus tesis también han generado cierto malestar en las filas moradas, donde algunos censuraban el regreso del ex líder, que continúa siendo presidente del think tank de la formación. 

El papel de Iglesias ha contribuido a enconar las posiciones dentro del espacio de Unidas Podemos. Las federaciones territoriales del partido se debaten entre dos lealtades, hacia la candidata que aspira a presidir el Gobierno y hacia su propia dirección, que ha torpedeado el papel de Díaz en los últimos meses. La posición es extremadamente difícil para los territorios, que tratan de mantener prietas las filas al menos hasta las autonómicas y municipales del 28 de mayo. Y será después de esta cita electoral cuando se pongan las armas en alto. 

Todo apunta a que será entonces cuando se abra la negociación entre Díaz y Podemos para la futura candidatura a las generales. Mientras la cúpula morada quiere una negociación bilateral, desde Sumar parecen resistirse a este extremo, y abogan por un marco multilateral, con varios actores sentados en la mesa. Una fórmula que restaría al partido morado el peso que reclama en el proyecto, y que puede hacer saltar por los aires cualquier opción de entendimiento, llevando a una ruptura para la que todos se están ya preparando