Moncloa ha perdido parte de su interés en Alberto Núñez Feijóo y, a riesgo de equivocarse, comienza a creer que no supone una amenaza. Al revés, sostienen que Pedro Sánchez sale fortalecido cada vez que se enfrenta con él y que, según fuentes gubernamentales, "ganamos votos" tras los debates que han mantenido en el Senado. Después del último, este martes, el equipo del presidente ya está pensando en el siguiente, en la sesión de control al Gobierno del próximo 13 de diciembre, cuando, salvo que exista un problema ineludible de agenda, se volverán a ver.

La opinión sobre el presidente del PP ha ido cambiando con el paso de los meses. Al principio les sorprendió la facilidad para obtener el mando del partido, en la rápida defenestración de Pablo Casado, y después les inquietó su perfil de buen gestor y dirigente moderado, que condujo a los populares a un veloz crecimiento electoral. En julio saltaron todas las alarmas y en los despachos más oscuros del complejo gubernamental se empezó a recopilar toda la información disponible, sobre todo de su etapa al frente de la Xunta.

El pánico era fundado. Un enorme chorro de votantes socialistas se estaban marchando al PP, según certificaban mes a mes los datos puros del CIS. En julio, un 8,3%, que son 550.000 electores en voto directo. En septiembre bajó ligeramente a un 7,6%, con una campaña en marcha de todo el Gobierno para desmontar la imagen de Feijóo de líder ponderado. Pero desde el primer cara a cara entre Pedro Sánchez y el líder de la oposición ese mismo mes, el trasvase se ha ido reduciendo. En octubre, un 6,5%. En noviembre, un 4,8%.

Si a este descenso se suma que en julio Feijóo inspiraba bastante confianza a un 21,4% de votantes del PSOE y ahora esa cifra se ha rebajado al 10,4%, la relajación de la ansiedad en Moncloa sobre su figura tiene una base numérica. Pero no son sólo las cifras.

Los nervios que en algunos de sus enfrentamientos ha evidenciado el dirigente del PP dan seguridad a Pedro Sánchez. En septiembre, en el primer cara a cara entre ambos, celebrado tras aceptar la oferta lanzada por Feijóo, el presidente del Gobierno acudió con toda la artillería, con una réplica muy preparada de las declaraciones más duras del líder de la oposición, que terminaban con la coletilla "insolvencia o mala fe". Esa ferocidad se ha ido atemperando conforme se ha reducido la preocupación. Según aseguran fuentes del Gobierno la razón está exactamente en esa expresión: "Insolvencia".

Así ven a Feijóo ahora en el Ejecutivo, más "dependiente" de quienes, dentro y fuera del partido, no quieren ningún acercamiento con Sánchez, sobre todo desde que rompió las conversaciones para la renovación del Consejo General del Poder Judicial por la presión interna y externa, "hablando al partido y no a los españoles", tratando de responder al cuestionamiento a su labor de oposición y poco atinado en los lances parlamentarios. Todas estas 'debilidades' las quieren continuar explotando.

Saber que puede batirle provoca una reacción instantánea en Sánchez que demuestran sus gestos: mandíbula suelta, constantes sonrisas, el sillón del banco azul girado, las piernas visibles y cruzadas, todo su cuerpo preparado para transmitir a Feijóo que está un escalón por debajo de él. Una guerra psicológica que Moncloa prevé continuar con todos los debates que se pongan a tiro porque, destacan, les permiten 'vender sus medidas' y confrontar proyectos y profundizando en la idea de que el dirigente del PP es una "marioneta".

Pedro Sánchez en la sesión de este martes en el Senado. ALEJANDRO MARTÍNEZ VÉLEZ

Actitud "sobrada" y "excesiva"

En el PP creen que Moncloa peca de exceso de confianza y que no son conscientes del movimiento subterráneo en la sociedad española para "echar a Sánchez" en las próximas elecciones generales, al margen incluso de que el PSOE pueda salvar la cara en las autonómicas y las municipales. Esto no impide que distintos dirigentes populares mantengan que el cara a cara en el Senado dejó una sensación de cierto “sinsabor”. No hay reproches de peso contra Feijóo, pero reconocen que se trataba de una semana “muy complicada” para el Gobierno y que el líder del PP no consiguió poner contra las cuerdas a Sánchez.

En el partido sí perciben que al dirigente gallego le está costando ponerse “el traje de oposición” tras casi 14 años al frente de la Xunta. Reconocen que ni la agenda en Madrid (mucho más amplia y en cambio constante) ni los ritmos tan frenéticos le benefician en ese sentido. De hecho, sobre el último duelo en la Cámara Alta en la formación apuntan a que fue un “error” introducir tantos temas y no centrar el tiro en uno solo para presionar al presidente.

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A pesar del diagnóstico, todos los dirigentes consultados coinciden en que “Feijóo no dejará de ser Feijóo” y no cambiará su estilo político ni el rumbo de su oposición. Sí pretende rodearse de voces más duras que hagan de contrapeso, capaces de elevar el tono (y las formas) contra el Gobierno a un nivel que él no llegará. Y, en todo caso, en Génova consideran que la actitud del jefe del Ejecutivo, que califican de “sobrada” y “excesiva” en las formas, incluso a la hora de expresarse en el Senado, “no son tan bien recibidas por la opinión pública como Moncloa cree”.

Con todas las debilidades de Feijóo, la sensación en el PP es que Sánchez ha perdido credibilidad con las constantes crisis (especialmente la reforma del delito de sedición que beneficia a sus socios y ponerse de perfil con la ley del ‘sólo sí es sí’ a pesar de la polémica desatada por la rebaja de condenas) y que la ciudadanía penaliza sus “incoherencias” y la “soberbia” con la que plantea sus posiciones.

Tampoco creen que tenga mucho predicamento el trato que a menudo da al líder de la oposición (en el Senado se evidenció) con carcajadas de la bancada socialista cuando Feijóo se equivocó al hablar de “diputados” en vez de “ministros” o las constantes apelaciones a que “viene de Galicia” y no se adaptará a la política nacional. “Eso molesta y están abusando de tanta pedantería y de intentar ridiculizar a cualquier persona que no es de Madrid o que llega de un gobierno autonómico”, zanjan.