Entre la economía y la defensa del Estado de derecho. El PP tiene claro que la reforma del Código Penal acordada entre el Gobierno y ERC (según el propio ‘president’ de la Generalitat de Cataluña) entrará de lleno en el debate político de los próximos meses y centrará parte de la precampaña electoral de mayo. Los populares no descuidarán el debate económico, pero tienen claro que “exhibirán” el pacto de Pedro Sánchez con el independentismo catalán que reviste, según explican en Génova, una de las mayores irresponsabilidades históricas de la democracia.

Conscientes de que los barones socialistas pelearán por separarse de las decisiones de Sánchez en lo que respecta a la modificación del delito de sedición y buscarán llevar el debate a su propia gestión, como avanzó este diario, en la dirección nacional y en distintos territorios aseguran “que no lo permitirán”. La estrategia está clara y por eso el PP ha decidido hacer corresponsable al Partido Socialista en su conjunto de la reforma.

Lo hizo en su primer comunicado llamando a dirigentes socialistas a rebelarse y muy especialmente Alberto Núñez Feijóo, ya de vuelta de su primera gira internacional por Latinoamérica, envió un duro mensaje mirando al PSOE. Las palabras estaban medidas y estudiadas: “El Partido Socialista es más que Pedro Sánchez. Es la suma de todos sus dirigentes y a todos ellos les corresponde fijar posición en este momento. Cuando se traspasan determinadas fronteras en la convivencia de una Nación, es imprescindible tomar la palabra y actuar en consecuencia”, lanzó.

En realidad, los destinatarios no eran solo los presidentes autonómicos (en los que realmente el PP tiene “pocas esperanzas” y dan por hecho que no se enfrentarán a Sánchez más allá de algunas quejas públicas, como las de Emiliano García-Page o Javier Lambán) sino los votantes de centro y centro izquierda que no comparten en absoluto la decisión. Ocurrió con los indultos y con otros acuerdos entre Sánchez y ERC. Y ese malestar, explican en el PP, unido al discurso moderado de Feijóo y su obsesión por evitar el frentismo, fue lo que elevó sus expectativas electorales como demuestran las encuestas. 

Por eso el PP apelará a la responsabilidad “del PSOE de siempre” y pedirá a sus barones que se retraten uno a uno mientras evita discursos más radicales en este ámbito como pueden tener Vox y Ciudadanos. Santiago Abascal, que por ahora solo ha calificado de “traidor” a Sánchez, comparecerá el lunes tras reunir a su núcleo duro. Inés Arrimadas ya ha pedido al líder de la oposición impulsar una moción de censura para, al menos, frenar en seco la tramitación de la reforma del Código Penal. Feijóo no solo no recogió el guante sino que despreció la iniciativa obviándola.

Y en la cúpula reconocen que el líder popular “no se plantea” nada similar a una moción de censura y defenderá un discurso propio que no tenga que ver con sus rivales por la derecha. En su discurso evitó palabras como “humillación” o “traición”, y optó por apuntar al “desarme de la Nación” prescindiendo de un instrumento esencial para proteger su integridad. Citó al Rey, la aplicación del artículo 155 y las cesiones (una a una) que a su juicio ha ido haciendo Sánchez por mantenerse en el poder. 

Pero, fundamentalmente, se comprometió a derogar esta reforma del Código Penal si llega a la Moncloa. Un discurso presidencialista alejando de exabruptos y que sorprendió por “parco” y “suave” a algunos dirigentes dentro de sus filas… y fuera de ellas, incluido al Gobierno central. “Feijóo no va a dar volantazos ni va a proponer cosas fuera de la realidad”, explicaban dirigentes que frecuentan Génova, para deshacer la idea de que podría abrirse a las propuestas de Ciudadanos o Vox.

Eso sí, en Génova aseguran que Sánchez “se cueza en su propia salsa” y que a partir de ahora la ofensiva irá a más. “Este viernes tocaba este discurso. Iremos viendo poco a poco”, explican en el PP, apuntando a un discurso más político este mismo lunes que reúne al comité ejecutivo con la presencia de los barones.

Los llamamientos al PSOE continuarán de forma constante, sabiendo que se trata de un asunto que tensiona internamente al principal partido del Gobierno en muchos de sus territorios. Esa hoja de ruta de Feijóo es la que los presidentes autonómicos y candidatos futuros de capitales de provincia están llamados a aplicar en sus territorios, mostrando la alternativa política (o el aval de gestión allí donde gobiernan) y la “imposibilidad”, dicen, a que el PSOE de Sánchez siga en el poder “atentando contra la igualdad de los españoles y privilegiando a unos socios que quieren romper España”, advierten.

La presión se centrará en comunidades como Aragón (donde hay altas expectativas de la mano de Jorge Azcón), Castilla La-Mancha (donde la mayoría se decidirá por pocos votos, aseguran) y Extremadura, pero también en la Comunidad Valenciana y La Rioja. Son las comunidades gobernadas por el PSOE en las que el PP ve opciones de dar la vuelta a un futuro gobierno.